Método
La seguridad, la tranquilidad, la sana convivencia tienen su costo. Para lograr la armonía de intereses en una familia, en el ámbito laboral o en la sociedad, cada integrante tiene que ceder algo. No siempre estamos dispuestos a ceder comodidades, más en estos tiempos en que se nos ofrecen adelantos tecnológicos para reducir al máximo los esfuerzos. Pero bien vale asumir algunas molestias si lo que lograremos es un bien mayor, del que todos podrán disfrutar.
Las autoridades que tienen un mandato popular deben buscar ese bien común y para implementar decisiones, previamente deberán estar seguras de que son las más acertadas y luego buscar la forma de convencer a los sectores afectados para que las acepten. Probablemente no siempre logren convencer a todos o a muchos, pero si son las medidas correctas, será importante encontrar consensos. Si aún buscándolos no se logran, igualmente podrán implementarlas en la certeza de que tarde o temprano se verán los frutos buscados.
Si se trata de podar árboles de una plaza, no será necesario un debate. Este ejemplo trivial sirve para decir que no todas las disposiciones deben someterse a discusión y consenso, porque poco y nada se avanzaría en una acción de gobierno. Pero si la cuestión es resolver un reordenamiento urbano ante el caos del tránsito que cobra vidas y daños materiales en abundancia, sí es necesario contar con las distintas miradas y opiniones, tanto de especialistas como de quienes tienen la experiencia de transitar permanentemente la ciudad.
El procedimiento sería entonces convocar a todos los sectores involucrados, escucharlos y luego diseñar cambios en el corto y mediano plazo. Una vez analizadas las variables y realizado el proyecto, se podrá hacer una campaña para la toma de conciencia y acatamiento de las nuevas reglas. No al revés.
Una vez decidida la acción, no volver atrás aunque haya quienes no quieran renunciar a comodidades. Porque el bien común lo exige.