Tiempos difíciles y de revisión los del periodismo. Se lo discute en todos lados, inclusive más allá de las fronteras nacionales. A nadie debería sorprender, entonces, que en la provincia se hable de los medios y sus comportamientos. Todo sirve para mejorar la profesión y, en última instancia, tratar de esclarecer las distintas temáticas. Esto es lo que hace, ni más ni menos, El Esquiú.com, un diario que no nació para pasar desapercibido. Lo hizo -año 2010- en medio de tempestades políticas y cuando la oposición peronista y del FPV prácticamente no tenían voces, a no ser que esas voces interesaran al gobierno de turno. Eso estaba mal. Ayer y hoy. La oposición debe tener expresión siempre y tratar de mejorar para ayudar al que, circunstancialmente, está en el gobierno.

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Por informaciones certeras que llegaron a nuestro conocimiento, a los medios gráficos poco les gusta que El Esquiú.com los tenga en cuenta o les reclame, cuando menos, coherencia. Ambos, La Unión y El Ancasti, prefieren el silencio antes que contestar o discutir ideas, como debieran hacer si no tuvieran problemas. Sin embargo, uno de ellos habría dispuesto una original forma de replicar. Ésta es atacar a funcionarios -o funcionarias- del gobierno que, suponen, tienen alguna relación (familiar o de amistad) con nuestro diario o con algún colaborador circunstancial. La campaña en realidad ya comenzó y tendría continuidad.

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La práctica a emplear, totalmente emparentada con costumbres mafiosas, tiene todas las características de una extorsión. Podrán aplicarla las veces que quieran, pero jamás harán retroceder la postura más amplia de El Esquiú.com: la no censura. En cuanto a los funcionarios que han sido colocados como variable del ajuste de cuentas ajenas, que se defiendan como puedan o como quieran. Que “les peguen” más o menos, es completamente indiferente para El Esquiú.com, que seguirá hablando de todos y cada uno de los temas. Cueste lo que cueste. Para que se entienda mejor: cueste lo que cueste.