Los diputados Juan Pablo Millán, Rubén Herrera y Verónica Rodríguez, en nombre del bloque radical, solicitaron informes por el llamado “Telebingo catamarqueño” que ha lanzado la Caja de Prestaciones Sociales (CAPRESCA). Los legisladores quieren saber los instrumentos de creación del juego, reglamentación, costos de publicidad, impresión de los cartones y criterios de distribución entre las entidades supuestamente beneficiarias. Es legítimo el pedido de los radicales, pero hay que aclarar que el juego tuvo una amplia difusión y respecto a las dudas -y protestas de la gente por los medios de comunicación-, las autoridades dieron amplia información. No se trató de algo pergeñado entre “gallos y medianoche”.

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La primera experiencia del Telebingo, es cierto, dejó dudas que -pensando en la segunda edición- convendría despejar rápidamente. Mucha gente, acostumbrada al método que aplicaba el bingo de Villa Cubas, se mostró disconforme con el detalle de los ganadores. Pretendía que se dieran a conocer los nombres de los afortunados el mismo día del sorteo y la CAPRESCA, conforme está establecido en el reglamento que quieren conocer los legisladores, únicamente publicitó los números de los billetes ganadores. Ahora bien, si esta clase de juegos resultó exitosa de una forma equis, no se comprende por qué se la cambió. Mucho más si no hay nada que ocultar.

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Lo que no puede discutirse es que la CAPRESCA tiene legitimidades plenas para organizar un bingo que, anteriormente, favorecía a alguien de afuera de la provincia que se llevaba una fortuna y dejaba una ganancia relativa para el club que prestaba el nombre, en este caso Villa Cubas. Con el telebingo el producido queda en casa y, con buen criterio, puede favorecer a varias instituciones -deportivas o de bien público- a la vez. Debería ser además, la punta del iceberg para recuperar el control de todo el juego, inclusive el negocio lamentable que antes controlaba y que perdió con la espuria privatización del Casino.