Aún falta mucho

domingo, 17 de febrero de 2013 00:00
domingo, 17 de febrero de 2013 00:00


La realidad de los menores que delinquen en Catamarca es cada vez más preocupante. El sábado al mediodía, dos chicos de 14 y 17 años fueron arrestados en un intenso operativo policial que incluyó una persecución por varias cuadras en el casco céntrico hasta que concluyó en las inmediaciones de La Alameda, donde finalmente fueron reducidos. Los uniformados señalaron que uno de ellos gatilló un viejo revólver que portaba durante la persecución, aunque no hubo disparos.
El hecho no puede considerarse aislado ni parte de la eufemística “sensación de inseguridad” que se pregona desde las autoridades. Hay una escalada de violencia preocupante entre los menores que han perdido todo ante las autoridades policiales y ante cualquier símbolo de autoridad. Aunque parezca un cliché, la presencia de drogas en cada uno de estos tipos de hechos delictivos es una constante.
Mientras tanto, la provincia carece de un establecimiento para el tratamiento de adicciones, los hogares de menores permanecen colmados, y el recientemente inaugurado Centro de Recepción y Derivación de Menores ya está desbordado, puesto que aunque el número de chicos que permanecen alojados allí fluctúa, la mayoría de las veces está al tope, con el agravante de no contar con los elementos de seguridad requeridos, por lo que ya se vivieron distintos episodios que pudieron ser una tragedia.
En septiembre de 2011, un incendio se cobró la vida de cuatro adolescentes que estaban irregularmente detenidos en la Alcaidía Policial por la desidia de funcionarios judiciales. En ese centro de detención hubo menores que recibían las torturas más abominables prácticamente a diario. En ambos casos, la Justicia avanza vergonzosamente lento para poner a los responsables en su lugar. Quizá con el amparo de un sector de la sociedad que cree y pregona que no debe haber clemencia con los delincuentes, y justifica los tormentos.
Luego de haber llegado a tamaña barbarie, la realidad hoy es distinta; pero el único camino posible luego de haber llegado a tamañas tragedias era mejorar, porque ya no se podía caer más bajo. Pero la luz al final del pozo, está todavía muy lejos.
 

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