Si bien es cierto que la clausura del municipio de Ancasti fue un verdadero bochorno y una nueva muestra del internismo que cala hondo dentro del gobierno, no lo es menos que el aprovechamiento político que del caso hizo la oposición fue mucho más allá de lo previsible. Comprendemos la reacción de la intendenta Blanca Reyna y de su esposo, el senador provincial Ricardo Boggio, pero durante la conferencia de prensa que ofrecieron las autoridades de la UCR se dijeron cosas que, aparte de no ser ciertas, pueden convertirse en un boomerang. Algunas frases de condena a los funcionarios provinciales las compararon con la falta de reciprocidad “por la ayuda que le brindan a la gobernadora”. Dentro del gobierno, “lo de la ayuda” se valoró como un chiste de mal gusto… o de humor negro.

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¿Qué ayuda ha recibido Corpacci de la UCR si hasta el día de hoy, orgánicamente hablando, no hubo un reconocimiento público de su triunfo en marzo de 2011? Por el contrario, salvo alguna excepción, todos fueron “palos en la rueda”, como nunca en veinte años los sufrió el radicalismo. Con recordar el rechazo del pliego de fiscal de Estado y el posterior conflicto de poderes que se llevó a la Corte de Justicia estamos hablando de un “pequeño escándalo” de más de seis meses. Ni qué decir del parto que resultó aprobar el Presupuesto 2013 o la no aprobación de la ley impositiva, entre varias otras que la UCR anunció que no pasarán del Senado.

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Quizá la excepción haya estado marcada por la aprobación de la emergencia económica para los servicios públicos, lo que permitió contrataciones directas por valores cercanos a los veinte millones de pesos. En este caso, aun con modificaciones, se aprobó el proyecto, pero hay que considerar que el FCS entregó los servicios en estado de calamidad. Por ello, lo repetimos, lo de “la ayuda a la gobernadora” (con el Senado en contra, la Justicia en contra, el ENRE en contra, el Tribunal de Cuentas en contra, etc) es lo más parecido a una película de terror.