Apuntes del secretario

domingo, 24 de febrero de 2013 00:00
domingo, 24 de febrero de 2013 00:00

En tiempos de paritarias y de discusiones salariales, por lo general se cuelan incoherencias. En la semana que ha pasado -y seguramente se repetirá en la que viene- abundaron los reclamos por porcentajes de aumento y un mejor ordenamiento del salario y, como también siempre ocurre, nada se habló de la contraprestación. O sea de la calidad del servicio que ofrecen los empleados o los docentes dentro del Estado. Por cierto, se trata de una grave falencia que alguna vez deberá ponerse en el centro de la escena porque, además de las estrecheces económicas que obligan a estirar los presupuestos, está en juego la educación que se brinda a niños y jóvenes en la escuela pública y la agilización de la administración pública, algo que tiene que ver con la atención de la gente y que los políticos no terminan de dimensionar. Una de las causas principales por las que el radicalismo perdió el poder fue el virtual divorcio de sus funcionarios con miles de ciudadanos que eran tratados como un rebaño en las incomodísimas oficinas de la OSEP; con los enfermos que esperaban respuestas de semanas y meses en los hospitales; con los policías que miraban para otro lado cuando se distribuía la droga y con un sinfín de desprecios en los que, más allá de los funcionarios, tienen que ver los empleados. En vez de estar al servicio de la gente, para lo cual además de actitud hay que prepararse, erróneamente piensan que están haciendo un favor cuando apenas están cumpliendo con su obligación. De esto no hablan los gremialistas. Ellos piden y piden. El 25, el 30 y más por ciento. Aparte todo en blanco. Y ¡pago ya!, nada de retroactivos o fraccionamientos. No existe ni la más mínima consideración de pensar de dónde saldrá el dinero o si la provincia está en condiciones de afrontar gastos por encima de los presupuestos que se aprueban en las cámaras legislativas y de cuya confección participa la oposición radical.
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Pero vamos a las incoherencias. El subsecretario de Finanzas, Armando Zavaleta, ha revelado en los últimos días sobre la imposibilidad absoluta de que el gobierno eleve los aumentos de salario hasta un 30%, la pretensión de los gremialistas. Para ello ha ofrecido argumentos -sólidos y contundentes- que prácticamente no merecen objeciones y fueron plenamente avalados por la primera mandataria cuando apuntó que “los presupuestos no son chicles”, en orden a que no se los puede estirar. Sin embargo, Ricardo Arévalo -secretario adjunto de la Asociación de Trabajadores del Estado-ATE- ha salido a plantear lo que entiende como una contradicción. Le ha respondido a Zavaleta señalando lo siguiente: “Dicen que no hay presupuesto, pero siguen creando nuevas áreas”. No vamos a hablar de las “nuevas áreas” porque no sabemos a cuáles se refiere. Si a las empresas con participación estatal que eran, más que necesarias, imprescindibles o alguna dependencia que tendrá su debida justificación. Lo que hace falta debatir es el comportamiento sindical en relación a la actualidad de la provincia.
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Así pasen muchos años e inclusive regrese al poder la UCR, la situación de Catamarca será crítica por “la retirada” irresponsable que llevó a cabo el exgobernador Eduardo Brizuela del Moral. Sin medir riesgos ni consecuencias, durante los meses de octubre, noviembre y diciembre de 2011 -fue casi una campaña electoral en tiempo no electoral- apuró obras que deberán ser completadas o ya lo fueron por el nuevo gobierno y, aparte, aumentó la planta estatal en más de 10.000 personas. ¿Qué dijo el último gobernador radical para justificar semejante despropósito? Que había atendido un pedido de los gremialistas. Y tenía razón. Los sindicalistas festejaron los nombramientos que iban a complicar a la próxima gestión y que, además de no ser necesarios, iban ensombrecer el futuro. Ese futuro es el presente de hoy en que los mismos gremialistas levantan sus voces solicitando incrementos desmesurados y que distan de los otorgados en provincias, como Santiago del Estero, que están mejor que la nuestra. El gobernador Zamora (un radical distinto a Brizuela del Moral) cerró un 22% donde no hubo “10.000 nombramientos” de prepo avalados por la dirigencia sindical. Señor Arévalo: a la hora de reclamar mejores reglas de juego, que es su derecho, debería poner todas las cartas sobre la mesa. No unas cuantas.
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En el plano partidario está prácticamente confirmada la candidatura de Brizuela del Moral como diputado nacional, aunque también aspira a ocupar ese lugar el exintendente de la Capital, Ricardo Guzmán. Solamente faltaría saber cómo está cada uno en la consideración pública para tomar definiciones. Como se trata de postulantes con peso electoral, dentro del oficialismo se lanzan nombres como para contrarrestar la ofensiva radical. En ese marco, quién tendría posibilidades de encabezar la lista sería el actual vicegobernador de la provincia, Dalmacio Mera, cuyo perfil cerraría para medirse con los candidatos opositores. Según se comenta, en algún momento, se le ofrecería la posibilidad de volver al Congreso de la Nación (recordemos que fue electo en 2009 y dejó la banca que hoy ocupa Rubén Yasbek para conformar la fórmula del triunfo con Lucía Corpacci), pero el dilema es si aceptará o no. Quienes están cerca de Dalmacio “hacen cara fea” en relación a este tema. Por lo pronto, al vicegobernador se lo vio muy contento por los pagos salteños donde fue a representar a Catamarca en los actos por los 200 años de la batalla de Salta y ocupó el palco principal junto al vicepresidente Boudou y más de diez gobernadores o vicegobernadores provinciales.
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La reunión de ayer de la Corriente Progresista Radical (CPR), cuya crónica va en la presente edición, era seguida con atención en los pueblos del Oeste donde la línea tiene incidencia, especialmente en Andalgalá. Recordemos que allí se renuevan en las próximas elecciones las bancas de los concejales Martín Garay, Ramón Ocampo y Alcira Moreno. Los dos primeros provienen del PJ y la última de las nombradas es la presidente del comité andalgalense de la UCR, además de responder al intendente Alejandro Páez. Garay también está al lado del intendente porque comparte su gestión, aunque “las malas lenguas” dicen que es porque Páez le alquila la casa donde funciona la delegación de Huachaschi y le dio trabajo a una nuera. Cosas de pueblo chico. Por último, Ramón Ocampo hoy responde fielmente a Lucía Corpacci. Por lo que expresamos, la venidera contienda electoral es muy importante para Páez y necesita del apoyo invalorable de José “Chichí” Sosa y sus muchachos.
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RECUERDOS HACIA EL PRESENTE. Como lo hacemos habitualmente, cerramos los “Apuntes del Secretario” dominicales -se repiten martes y jueves- comentando circunstancias políticas de un cuarto de siglo atrás.
En nuestra última entrega -la del jueves- referíamos la cumbre política del 21 de febrero de 1998 entre los gobernadores de Catamarca y Buenos Aires, Vicente Saadi y Antonio Cafiero, en nuestra ciudad. Como se sabe, el bonaerense era “número puesto” para ganar la interna de julio de 1988 por la candidatura presidencial. Saadi habló maravillas de “su amigo”, pero a los tres días hubo otra visita de relevancia a San Fernando del Valle. Llegó el contrincante de Cafiero, esto es, Carlos Saúl Menem. Venía a visitar a su maestro político, que no era otro que Don Vicente, lo que da una idea del poder que detentaba el caudillo catamarqueño en aquellos tiempos. ¡A los dos candidatos a presidente los hizo venir a su casa de Catamarca! Cuando enfrentó a la prensa, Don Vicente indicó “el gobernador de La Rioja es un viejo y gran amigo”. Mientras tanto, aquel “Patilludo” de los años 80, le devolvió gentilezas y prometió instalar un coche-motor en el tramo Córdoba-Catamarca, pasando por su Rioja. También habló de la coparticipación federal de impuestos: “Nuestras provincias -por Catamarca y La Rioja- con los nuevos índices han sido perjudicadas…los aportes no alcanzan ni para abonar los sueldos”. Llegado a la presidencia fue muy poco lo que hizo por la cuna de Don Vicente, pero nadie podrá decir que no fue influyente. Firmó nada menos que la intervención federal de Catamarca en 1991. Claro que lo hizo cuando ya había muerto “su amigo Vicente Saadi”.
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El 24 de febrero de 1988, hace exactamente 25 años, la Iglesia de Catamarca anuncia las bodas de plata episcopales de monseñor Alfonso Torres Farías, el obispo que había asumido el 3 de marzo de 1963. La programación incluía una misa concelebrada por varios purpurados de la región y la homilía iba a estar a cargo de Gerardo Sueldo, el cura belicho que era Obispo de San Ramón de la Nueva Orán (Salta). Torres Farías, cabe destacarlo, murió hacia fines de ese mismo 1988 y, años después, perdió la vida Sueldo cuando ya ejercía como obispo en Santiago del Estero. Fue en un accidente automovilístico, al que muchos consideraron un atentado contra su vida propuesto por el poder político de la tierra “mistolera”.

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