Comenzó mal la implementación del proyecto de sistematización del transporte público de pasajeros en el casco céntrico de la Capital. Los carriles selectivos no funcionaron. La consigna de que el transporte público de pasajeros debía transitar a la derecha de una línea blanca trazada por el centro de la calzada y los vehículos particulares a la izquierda de esa línea, no se cumplió. El circuito para este sistema es el de las cuatro arterias principales por donde circula el grueso del transporte público de pasajeros, esto es, las calles Chacabuco, Salta, Rojas y Maipú.
Es cierto que en el inicio puede haber fallas. Pero ayer no hubo ni el más mínimo signo de que se estuviera aplicando una nueva modalidad de tránsito. Y hubiese sido peor si no fuera por el paro docente que hizo que haya menos vehículos particulares transitando y estacionando en las adyacencias de las escuelas. Pero, por ejemplo, en el FASTA donde sí hubo clases, el problema se puso en evidencia: los colectivos circulaban por la izquierda y los coches particulares por la derecha, deteniéndose por varios minutos para el descenso o ascenso de los alumnos, demorando a los demás vehículos y provocando los lamentables bocinazos (que no debieran existir pues el uso de este recurso es sólo para situaciones puntuales que no son éstas).
Entre las probables razones de este mal debut podrían señalarse la falta de una más intensiva campaña de difusión: si bien hubo abundante información periodística, no hubo publicidad suficiente. Y si bien los preventores de tránsito estaban en las distintas esquinas, no se advertía a los conductores por dónde debían circular. Como contracara, la comodidad de los automovilistas que ponen sus pretensiones por encima del necesario orden del tránsito urbano.
En la Municipalidad de la Capital sabían que habría dificultades al comienzo y que por eso -por ahora- no habría multas, pero quizás no previeron tal fracaso que exige una revisión de esta puesta en marcha.