El camino a la impunidad
El tribunal de la Cámara de Apelaciones ordenó que se reabra la investigación sobre la muerte de Sonia Liliana Garabedián, una joven que fue hallada sin vida el 12 de diciembre de 2010 en un descampado al sur de la Capital, luego de haber pasado una semana desaparecida. La investigación llevada a cabo por la Fiscalía rápidamente descartó que se tratara de una muerte violenta y se solicitó el archivo del caso. La información que se dejó trascender en aquel entonces daba cuenta de que no había indicios que indicaran una muerte violenta y que según la autopsa, Liliana había muerto por inanición y deshidratación, luego de deambular varios días sin ingerir alimentos.
La familia de la víctima, la madre particularmente, descreyó de ello y manifestó sus sospechas de que algo más había pasado. Días antes de desaparecer, la joven había sido arrestada por un conflicto con la familia de su esposo, luego llevada al Hospital San Juan Bautista y revisada por un médico de policía, se le dio el alta y la libertad. Lo siguiente que se supo fue que había muerto. Por ello, las principales dudas radican en la actuación de los médicos de policía, los forenses y profesionales del Hospital San Juan Bautista.
Cuatro jueces ya dijeron que de las pruebas que están incorporadas en el expediente surgen elementos suficientes como para continuar la investigación. Esto significa que las circunstancias de la muerte de la joven no fueron satisfactoriamente esclarecidas. Y que quienes intervinieron en los distintos eslabones de la investigación, no estuvieron a la altura de las circunstancias, dado que las conclusiones dejaron muchas aristas irresueltas. Así queda plasmado en el voto de uno de los camaristas, quien consideró que uno de los fiscales se vio afectado por las críticas que hizo la prensa sobre la investigación.
Ahora, al reanudar la causa se tratará de corregir errores, pero alguno de ellos, quizá los más profundos, los que se consolidan gracias al paso del tiempo, ya son imposibles de enmendar.