Examinarnos

martes, 19 de marzo de 2013 00:00
martes, 19 de marzo de 2013 00:00

Cuando se habla del poder, el pensamiento suele orientarse hacia los grandes poderosos políticos. Pero el poder puede ejercerse en todos los ámbitos y los que lo hacen tienen una cuota relacionada con las esferas sobre las que tienen ascendencia. Lo tienen los padres respecto de sus hijos, los maestros, los jefes laborales, los referentes sociales, deportivos o culturales, los dirigentes gremiales, empresariales y políticos, sólo por nombrar algunos. El ejercicio del poder posibilita ser grandes de verdad o pequeños disfrazados de gigantes.
Cuando el Papa Francisco habló ayer del poder, sus palabras fueron reproducidas y elogiadas en cuantos foros se improvisaron: charlas de café o lugares de trabajo, en las familias, en las redes sociales… Lo que genera dudas es si cuantos repetimos sus conceptos mostrando total acuerdo, al momento de tener una cuota de poder lo llevamos a la práctica.
“Nunca olvidemos que el verdadero poder es el servicio y que también el Papa, para ejercer el poder, debe poner sus ojos en el servicio humilde, concreto, rico de fe, y acoger con afecto y ternura a toda la humanidad, especialmente los más pobres, los más débiles, los más pequeños”, afirmó el Santo Padre.
También dijo: “Recordemos que el odio, la envidia, la soberbia ensucian la vida. Custodiar quiere decir entonces vigilar sobre nuestros sentimientos, nuestro corazón, porque ahí es de donde salen las intenciones buenas y malas: las que construyen y las que destruyen. No debemos tener miedo de la bondad, más aún, ni siquiera de la ternura”.
También lo escucharon en la misma Plaza de San Pedro líderes religiosos de las más diversas confesiones y no creyentes, en lo que fue un encuentro ecuménico de gran trascendencia histórica.
Por eso lo vivido ayer -más allá de las emociones- puede ayudarnos a revisar nuestro modo de relacionarnos con los demás, sea que tengamos o no algún poder, para ejercerlo o reclamarlo como un servicio.

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