DESDE LA BANCADA PERIODÍSTICA

Con perfume electoral

sábado, 2 de marzo de 2013 00:00
sábado, 2 de marzo de 2013 00:00

Se terminó febrero. Hoy es el segundo día de marzo, tradicionalmente el mes de la apertura de clases y del arranque del otoño. También, con la vista puesta en julio, agosto, septiembre y octubre próximos, será este año el del arranque electoral.
En julio hay que cerrar listas nacionales para las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (léase también eliminatorias, porque el que pierde en esta instancia no llega al comicio por la banca propiamente dicha).
En agosto se vota en esta interna de la que habló ayer la presidenta Cristina Fernández y que, por ley, tuvo su debut en 2011 cuando, en Catamarca, ganaron Manuel Isauro Molina (Frente para la Victoria-PJ) y Gustavo Roque Jalile (Frente Cívico). En la general, cabe destacarlo, el chacarero fue virtualmente arrasado.
En septiembre debe producirse el cierre de listas para los cargos provinciales, lo que es trascendente porque previamente habrá internas (posibilidad difícil, pero no imposible) o grandes discusiones.
Y el 27 de octubre llega la hora de la verdad. Se define ese día el esquema legislativo que regirá en el período 2013-2015.
Mientras tanto, con la (no) discusión paritaria, la irregular apertura de las clases y algo más, la carrera electoral se ha puesto en marcha. Nada de lo que se haga o se diga de aquí para adelante será ajeno a esta lucha que, cada dos años, despierta las más fuertes de las pasiones.

Singular paritaria

Las negociaciones que se llevan a cabo en todo el país para establecer los salarios de 2013 están complicadas. La carrera de los precios con el sueldo de los trabajadores es objeto de los más variados análisis y los extremos de la discusión van, en términos de pedidos, del 20 al 30 por ciento.
El Gobierno nacional se ha cerrado en el primer número, mientras los reclamos sindicales se van a la otra punta de la balanza. La inflación, décimas más o décimas menos, se ubica en un 25%.
En Catamarca no hay un frente gremial compacto que vaya a discutir con el gobierno, la patronal de más del 70% de trabajadores. No existe la vieja Asociación de Trabajadores del Estado Provincial (ATEP) que contenía a todos los empleados.
Ahora el que reclama es ATE, en nombre de algunos, y el resto lo hace por cuenta propia y por su andarivel, como si se tratara de una cancha de bowling.
Así están actuando los municipales de Capital y de otros departamentos, los empleados legislativos, los del Instituto de la Vivienda, los de Rentas, los de Vialidad Provincial, los de la CAPRESCa, los judiciales, los no docentes, los del Tribunal de Cuentas, los del sector energético, etc. En fin, de todos lados se escuchan voces y reclamos, pero este gran barullo no es precisamente una paritaria, que significa -literalmente- el juego de la oferta y la demanda con un árbitro, que no es otro que la autoridad laboral.
Que los empleados pidan más y más es comprensible. Hoy no hay plata que alcance en el rango de los asalariados, pero los delegados gremiales tienen responsabilidades complementarias que, cuando requieren 30%, blanqueo del aumento del año anterior, adicionales al básico, etc, las echan por la borda. Primero porque se divorcian de la realidad y segundo porque hablan de empresas imposibles.
Si el gobierno nacional ha dicho que hay que pensar en un 20 ó 22% y Catamarca viene con casi el ciento por ciento de sus dineros comprometidos en salarios, honestamente ¿alguien puede pensar que se puede satisfacer pretensiones que llevarían, más temprano que tarde, a un caos social por la virtual cesación de los pagos?
Por lo expuesto, sumando al alineamiento que hoy existe con el kirchnerismo, el equipo del ministro Aredes maneja los mismos números que la Casa Rosada y desde allí no piensa moverse.
Un reflejo de la falta de comprensión viene de empleados del Instituto de la Vivienda o de la Administración de Rentas, dos territorios bendecidos por el pago de adicionales que elevan los sueldos a niveles superiores a los de muchos funcionarios.
Los primeros solicitan el blanqueo del adicional, el pago de otro suplemento por los años de servicio -muchos de ellos tienen entre 20 y 30-, incorporación al básico del 20% que se otorgó en 2012 y un 30% para 2013. Pero no se quedan cortos los muchachos y las muchachas: piensan requerirle al administrador un escalafón salarial propio, es decir diferenciado de la planta de estatales.
Por el lado de Rentas las apetencias no son menores. A pesar de que la recaudación bajó y se aplican moratorias para quienes no pagan en término (¿cómo que es tan buena la cobranza?), los recaudadores de impuestos insisten en que los adicionales -de cifras jugosísimas- tienen que ser blanqueados con lo cual, aparte de un 25 ó 30% de aumento, completarían un salario más parecido a los del Primer Mundo que a los de estos lugares de Latinoamérica.
¿Con estas exigencias de qué paritaria estamos hablando? De ninguna. Solamente hay reclamos espasmódicos de un único sector laboral que se divide en ocho o diez partes (o sueldos) y que, a la hora de expresar disparates, no se amilana nunca.
¿Alguno de los gremialistas o delegados gremiales levantó la voz cuando a fines de 2011 se hicieron más de 10.000 nombramientos de carácter político funcionalmente innecesarios? ¿O pensaron que, a poco de andar, no los iba a perjudicar en sus justas pretensiones de llevar un peso más a los hogares?

El factor docente

Hasta aquí no hablamos del sector que, también dentro del Estado, puede considerarse mayoritario. Nos referimos al docente, que reúne más de 13.000 almas y aunque tenga divisiones gremiales, es el que lleva las mayores preocupaciones a los estamentos del poder.
Dicen los que saben que los maestros suelen definir elecciones. Ellos, por su lado, expresan lo mismo. Y quizá tengan razón, pero también la situación económica de la provincia vale para todos y mucha razón le asiste a la gobernadora cuando grafica que “los presupuestos no son como los chicles”, los que sí pueden estirarse.
Las clases comenzaron con el parate del día lunes y, después, por la conciliación obligatoria se han regularizado. Vencido el plazo legal pueden volver las medidas de fuerza, aunque dentro del gobierno habría la firme decisión de poner mano dura con los descuentos para quienes no asistan a dar clases.
El problema con los docentes es el mismo de los empleados estatales, pero hay que reconocer que tienen más envergadura para negociar y hacerse sentir con sus protestas, porque afectan a los educandos y a los padres por igual.
Además, la incidencia electoral que referimos líneas arriba juega en ambas puntas de la negociación. Los maestros saben que el gobierno necesita aguas tranquilas a escasos meses de las elecciones y por ello, concretamente, se están haciendo los máximos esfuerzos por el entendimiento.
Cómo termina esta historia, lo sabremos en este mes de marzo, pero de lo que estamos seguros es que será peligroso para unos y otros tensar la cuerda. La gobernadora ha pedido solidaridad, a lo que deberíamos agregar razonabilidad. De otra forma es muy difícil llegar al entendimiento que, en nombre de los alumnos y de la educación en general, todos piden por igual.

Reformar el Estado

Que no se puedan hacer paritarias como en otros lados, donde las partes se sientan a negociar, en Catamarca no debe extrañar.
Es que aquí hay entre 70 y 90 mil dependientes -de distintas naturaleza- de un Estado que ha sido desquiciado por la clase política. ¿O cómo puede calificarse al hecho de que existan diez sueldos distintos dentro de la misma administración? ¿O acaso es justo que, por esta situación, se haya llegado al punto de diferenciar empleados de primera, segunda y hasta de tercera? ¿Cómo se puede discutir únicamente los salarios y no la calidad de la prestación que, en la mayoría de los casos, es paupérrima?
Si la política provocó este desastre, tiene que ser la propia política la que corra el árbol para poder apreciar el bosque. Si no lo hace, corre graves riesgos de ser declarada culpable de todos los males.
La aparición de un personaje como Javier “El Payo” Rosales (nadie tiene dudas, a esta altura, que alguien lo solventa económicamente) frente a la plaza principal pidiendo planes laborales no es producto de la casualidad. Él sabe lo que hace y, como producto del Frente Cívico, conoce a fondo que los tiempos preelectorales son los más propicios para quebrantar las voluntades del orden y la normalidad.
Desde el Estado también se saben cosas. Por ejemplo, como lo dijimos tiempo atrás, que “la administración pública, otrora reservorio de empleados que competían por sus condiciones y hacían carrera, es hoy un monstruo de siete cabezas que consume prácticamente la totalidad de los dineros públicos. Aparte de exhibir burocracia y mediocridad en cantidades inconmensurables”.
Hoy, desde esta “bancada periodística”, repetimos textualmente lo mismo de siempre: hay que reformar el Estado. De cualquier manera. No hacerlo será convivir con parches y urgencias. Y sabemos lo que eso significa: caos y discordia permanentes.
Los pedidos desmesurados que se hicieron sentir, preferentemente a través de la prensa, tampoco son casuales. Es que los perfumes que nos acercan al otoño se han comenzado a confundir con los aromas electorales que, a medida que se vaya deshojando el almanaque 2013, serán cada vez más intensos.

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