“Que veinte años no es nada…”, dice uno de los tangos que inmortalizó Gardel. Desde la política, tenemos que disentir con el genial “Morocho del Abasto”. En este campo, veinte años son demasiados y quien los está sufriendo es la UCR de Catamarca. Cada tema que abordan sus autoridades o sus legisladores los enfrenta con un pasado donde se hicieron muchas cosas buenas, pero también macanas grandes. El mejor ejemplo de lo que decimos es el uso de las regalías, un despropósito que terminó afectando al proyecto minero y dio lugar a protestas en el Oeste. Nadie, absolutamente nadie, salió a apoyar lo que se hizo con las regalías y, sin embargo, la UCR pretende que “la fiesta” continúe. En su alocada carrera de contradicciones quiere ir a la Justicia con un reclamo que nacería “técnicamente muerto”.

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Y hablando de cómo el pasado se vuelve en contra de quienes no supieron clarificar las cosas emerge la figura de Brizuela del Moral. Cada vez que habla o comenta algo, desde el oficialismo se le recuerdan movimientos administrativos y políticos del tiempo en que le tocó gobernar. Allí está el caso de las viviendas, del cual dijo que hizo maravillas -en número y calidad- contra la nada del nuevo gobierno. Ambas cosas son falsas. Es cierto que la nueva administración observa demoras, pero tiene un plan prefijado que los catamarqueños verán y cuenta, además, con el inestimable apoyo de la Nación.

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Y en el apoyo de la Rosada, precisamente, se desnuda la mentira mayor del exgobernador. Miles y miles de viviendas, en realidad, las construyó el kirchnerismo en un arreglo que consistía en que la Nación se hacía cargo de elegir las empresas y Brizuela “cortaba las cintas” y se sacaba la foto para los diarios. Esto funcionó durante años. Cuando se produjo la ruptura, el plan de viviendas quedó paralizado y las entregas de 2010 y 2011 fueron mínimas y con problemas. Las casas no estaban terminadas, eran un atentado a la urbanización y no contaban ni siquiera con energía.