Apuntes del secretario
En abril se presume que sesionará la Convención Provincial del radicalismo. Los principales dirigentes ya trabajan en la preparación de este encuentro que, a no dudarlo, arrojará muy importantes conclusiones. Es que son varios los tópicos que el partido de oposición tiene pendiente de resolución, todos relacionados con el inminente proceso electoral que se vivirá entre junio y octubre. Uno de los puntos principales tiene que ver con la eventual reforma de la ley de partidos políticos y la adhesión a la ley nacional para que voten, optativamente, los jóvenes comprendidos entre los 16 y los 18 años. También hay que definir el tema de la elección interna para cargos electivos, situación muy peliaguda en la que el exgobernador Brizuela del Moral y el senador Castillo tienen posición tomada: no quieren saber nada con ella. Ellos prefieren repartir las listas entre sus preferidos antes de ir a una contienda en la que temen que el gobierno “meta los garfios” y termine fomentando la división. Lógico: es lo que hicieron ellos con el peronismo (o mejor dicho con sus mercenarios, que no fueron pocos) durante veinte años largos. De cualquier forma, la Convención tiene que votar la no realización de internas en virtud que se trata de una exigencia de la Carta Orgánica, la que taxativamente indica que los representantes de la UCR deben ser elegidos por los afiliados. Otra cuestión que podría integrar el orden del día de la Convención es el referido a eventuales expulsiones por parte del Tribunal de Disciplina y, más específicamente, la del diputado Gómez, caracterizado por su par Vázquez Sastre como “Judas”.
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A propósito de las expulsiones. Nuestro comentario de que la formación del Tribunal de Disciplina es “un traje a medida” para Gómez movió a un debate más que amplio dentro del Partido. Ahora se pide un castigo similar para varios dirigentes que pudieron actuar en contra de los intereses de la UCR. Resalta nítidamente en este sentido el nombre del intendente andalgalense, Alejandro Páez, quien acaba de cerrar un acuerdo con lo más granado del castillismo y el brizuelismo. Si hasta hace pocos días era “una fija” para la expulsión, nos preguntamos cómo hará esta Convención para dejarlo dentro del Partido y mostrarle la tarjeta roja a Gómez. Un dilema tremendo para resolver. Tanto que nos aventuramos a pronosticar que, elegantemente, los convencionales tomarían la opción -como fórmula para evitar el papelón- de no echar a nadie.
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Es que la expulsión de Gómez es un escándalo en sí mismo. Daría la impresión de que lo quieren “fletar” por su insistencia en reclamar internas, algo que también piden los cabecillas de otras líneas, como ser José “Chichi” Sosa, de la Corriente Progresista Radical (CPR). También porque el diputado, que no llegó a la banca por el dedo ni de Brizuela ni de Castillo, ha dicho que los primeros que traicionaron, por haber abrochado un arreglo con el kirchnerismo en el año 2007, fueron ellos. Este punto puede llegar a ser crucial en el debate. A Gómez nadie le habló en su momento de esta alianza y ahora lo inculpan de estar cerca o votar con el kirchnerismo, con lo cual se llega a otra flagrante contradicción, que encierra derivaciones. Aquel acuerdo lo hizo Brizuela del Moral, por su cuenta y como virtual dueño del partido, sin darle participación ni siquiera a Oscar Castillo. Este último, lo ha dicho en más de una oportunidad, fue ajeno de las negociaciones de 2007, como también de la ruptura con el kirchnerismo en 2008. Por último, acusan a Alfredo Gómez y al extinto médico Luis Barrionuevo, de haber permitido que el peronismo se quedara con la Cámara baja. Mitad cierta y mitad falsa. Una vez, es verdad, los díscolos votaron a favor de Néstor Tomassi, pero antes pidieron al bloque radical que los apoyaran para conducir la cámara. Millán, Marita Colombo y compañía se negaron a hacerlo. Al año siguiente, en cambio, el peronismo fue el que terminó votando a Barrionuevo. Anécdotas al margen: ¿por qué no lo expulsaron cuando ocurrieron los hechos y no tres años después?
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La violencia en el fútbol no se detiene, por lo que volvemos a repetir que hay que ahondar en el debate. A las graves incidentes que se produjeron durante el clásico San Lorenzo -Villa Cubas, cuando ambas hinchadas tuvieron un comportamiento lamentable (aunque la AFA castigó a una sola, posiblemente por el informe del árbitro), le siguió el pasado domingo la irascibilidad de los fanáticos de Policial que, tras la salida de la cancha, cometieron en la calle todo tipo de desmanes y, finalmente, frente a la sede de la institución tabladeña se produjeron disparos de armas de fuego. Una persona, como en el caso anterior, resultó con lesiones y, una vez más, el operativo de seguridad -incluyó casi 300 efectivos- fue desbordado por los vándalos. Estas cosas ocurren invariablemente todos los fines de semana en diferentes escenarios del país (este domingo hubo problemas en el match Atlético Tucumán-Rosario Central) pero ya sabemos que “mal de muchos, consuelo de tontos” no soluciona la violencia en ciernes que ocurre en nuestra provincia. Lo que sí hay que destacar es que en ambos clásicos (Villa Cubas-San Lorenzo y Villa Cubas-Policial), en el campo de juego no pasó nada de nada, lo que sería el argumento de apelación de la institución catamarqueña para que le devuelvan los puntos. Sobre el particular, hay que decir que en muchos casos similares se ordenó la continuidad de los partidos a puertas cerradas a los efectos de hacer valer aquello de que “los puntos se ganan en la cancha”. Además, si falló la seguridad, el propio Estado, a través de los organismos respectivos (con Maximiliano Brumec a la cabeza), debería pedirle a la AFA la reconsideración y hasta negociar la continuidad de Catamarca como sede de la Copa Argentina, por la que le mandan partidos -salvo excepciones- que no atraen a nadie.
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El Ancasti, a través de sus comentarios políticos, lanzó duras críticas contra la gestión de Rubén Dusso al frente del Ministerio de Obras Públicas. Hizo especial hincapié en la demorada inauguración de la nueva sede de la OSEP, en la avenida Presidente Castillo. No vamos a defender desde aquí al funcionario, que lo puede hacer por cuenta propia, pero hay que decir las cosas en su justo contexto. Esa obra -como tantas otras- es un monumento a la irresponsabilidad del Frente Cívico, cuestión que El Ancasti omite, lo mismo que dar cuenta de que su construcción le fue entregada a un hijo de Jorge Marcolli, componente de la familia que pasó del peronismo al radicalismo por los hechos del año ‘91. Y sobre el tema, El Esquiú.com es testigo fiel de lo que estamos diciendo. Estando aún en el poder el radicalismo, en mayo de 2011, dimos cuenta de que la obra estaba paralizada y casi nos animamos a decir que se la tenía que hacer de nuevo por sus vicios estructurales. Aparte, comentábamos que, por falta de pago, muchos materiales fueron robados (parecía que era la única forma de cobrar) por los propios empleados de la constructora. A esto lo saben los vecinos de la zona, que hasta temen que las bases del edificio no sean las adecuadas. Por lo tanto, la denuncia de El Ancasti informando que se llovió en dependencias interiores y se produjeron daños es apenas un detalle. Allí hay cosas peores y los responsables tienen otros nombres y apellidos que no figuran en el comentario.
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RECUERDOS HACIA EL PRESENTE. Cerramos los “Apuntes del Secretario” del día de la fecha, con el repaso de hechos políticos que sucedieron 25 años atrás y que todavía tienen relación con el presente.
A fines de marzo de 1988, los presidentes de los distritos de la UCR de La Rioja y Catamarca, Raúl Galván y Gabino Herrera, coincidieron en afirmar que el déficit financiero de sus provincias era culpa del manejo irresponsable y electoralista que habían hecho los gobernantes justicialistas de los recursos coparticipables. Lógicamente, la acusación iba dirigida a Ramón Saadi y Carlos Menem, quien al año siguiente se iba a convertir en el presidente de los argentinos por el voto popular. Saadi, por su lado, iba a ser senador nacional y cuarta autoridad de la Cámara de Senadores de la Nación. En cuanto a los denunciantes de aquel tiempo, dable es señalar que el riojano Galván, en nombre de la UCR, ocupó una banca de senador nacional y fue rival enconado de Eduardo Menem. Además, formó una especie de minibloque catamarqueño-riojano con Pedro Guillermo Villarroel. En cuanto a Gabino Herrera, hay que decir que siendo presidente del comité provincial de la UCR fue expulsado por el castillismo y terminó jugando políticamente a la par de los Saadi, por los cuales cumplió un tercer mandato como diputado provincial y fue candidato a senador por Ancasti (departamento en el que registraba domicilio) en una elección que perdió frente a Ricardo Boggio.