Cambio sincero

martes, 26 de marzo de 2013 00:00
martes, 26 de marzo de 2013 00:00

Luego de la gran efervescencia que provocó la noticia de que un argentino fue elegido Papa, la espuma empieza a bajar.
La alegría se propagó no sólo en nuestro país, sino en gran parte del mundo donde iban llegando las informaciones acerca del estilo de vida de quien hasta el 13 de marzo era sólo el cardenal Jorge Bergoglio. Su sencillez, actitud de servicio, buen humor y tantas otras virtudes que ya conocían bien sus feligreses de la arquidiócesis de Buenos Aires, más la elección del nombre Francisco, fueron conquistando el corazón de católicos y no católicos, que se llenaron de euforia por esta buena nueva.
Y si bien es lógico el optimismo, pues sólo visto desde el orden temporal es el conductor de los 1.200 millones de bautizados que hay en el mundo, no lo es tanto si analizamos las conductas de muchos de los que mostraron gran júbilo por su designación.
El temor de que esta confianza en un mejor porvenir de la Iglesia, de la patria y del mundo se desplome, tiene su razón de ser. Por un lado, debemos recordar que un alto porcentaje de bienintencionados padece de inconstancia. También abundan las actitudes exitistas: si por estos días el Papa goza de prestigio, todos adherimos a sus enseñanzas (al menos de palabra), pero si en el futuro los grandes manipuladores de la información lo desacreditan, un buen número de los simpatizantes de hoy podrán ser los detractores de mañana. Y también socava el optimismo la flagrante contradicción de quienes elogian al Papa Francisco, pero invocándolo alientan hostilidades, confrontaciones, cuando sus enseñanzas proponen paz y fraternidad.
Que en estos días en que los católicos celebran el mayor misterio de su fe: la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesucristo, se produzca un verdadero cambio en sus corazones y puedan seguir con sinceridad las enseñanzas de Francisco, que pueden ser válidas también para los no católicos.

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