Cómplices necesarios
El último 15 de marzo, esta editorial se refirió a la “violencia institucionalizada” a propósito de haberse cumplido por esos días un año de la dudosa muerte de Diego Pachao, cuyas circunstancias permanecen en una obscura sombra de dudas. Las sospechas de que fue víctima de una violenta golpiza dentro de la comisaría Séptima son fuertes y hay elementos que las sustentan, aunque desde la Justicia prefieran ignorarlos y poner el acento en otra parte; y desde las autoridades que están por encima de las fuerzas de seguridad se dijo mucho y se actuó poco para erradicar este tipo de conductas delictivas y dejar de ser cómplices necesarios de las torturas y vejámenes que siguen vigentes en las comisarías.
Ahora otro adolescente de 17 años se encuentra en grave estando en la Terapia Intensiva del Hospital San Juan Bautista como consecuencia de una brutal golpiza que sufrió en manos de efectivos de la misma comisaría. El hecho ocurrió el jueves de la semana pasada y los policías aseguran que sólo utilizaron la violencia para reducir al menor que se resistió al arresto, el que además se efectuó porque supuestamente estaba consumiendo estupefacientes.
Según la acusación, fue encerrado en una habitación que parecería acondicionada a esos efectos, ya que sería uno de los pocos sectores donde no hay cámaras que registren lo que allí ocurre. La detención de los uniformados supuestamente responsables no puede ser la única respuesta de las autoridades, a no ser que simplemente se quiera esconder la mugre bajo la alfombra y “esperar a que la Justicia actúe”.
El accionar de estos policías no puede concebirse sin que haya superiores que hagan la vista gorda ante tamaños crímenes que sólo salen a la luz cuando las consecuencias se agravan. Y que siempre tienen como destinatarios a los miembros de los sectores más vulnerables de la sociedad, aquellos que cuentan con menos recursos para defenderse.
Tamizar las fuerzas de seguridad para separar a quienes delinquen amparados por la institución, quizá sea un primer paso para que un sector cada vez más amplio deje de ver a la Policía como un enemigo al que hay que temer tanto o más que a quienes están al margen de la ley.