La responsabilidad de que existan animales sueltos en las rutas es de su dueño, que no tomó las medidas necesarias para que éstos no se escapen del campo donde deben estar. Pese a que ésta es una verdad de Perogrullo, pocas veces se penaliza a los propietarios de los animales que por este motivo causan muertes o graves daños en la salud de las personas. Esto suele suceder porque cuando comienza la investigación de un accidente, el dueño que no guardó el cuidado suficiente se apresura a hacer desaparecer la marca del animal para no quedar involucrado en la causa que debería tenerlo como imputado.
Una alternativa sería que si los propietarios de vacunos, ovinos, equinos, no pueden mantenerlos en sus campos por diversas razones, podrían colocarles una cinta reflectiva en el cuello o en la cola. De esta forma, en el caso de que estén atravesando la ruta, podrían ser mejor vistos por los conductores. Pero ni siquiera toman estas previsiones.
Los organismos viales están encargados de mantener las rutas en buen estado de conservación y hasta suelen alambrar campos para evitar que los animales salgan a los caminos. Pero el mayor control debería ser de la Policía de la provincia, aunque con tanta desidia de ganaderos, es muy difícil que puedan cubrir todas las rutas para secuestrar animales o multar a sus propietarios.
Sin embargo, es necesario que se encuentre una forma de poner fin a esta historia que tantas muertes y discapacidades ha provocado.
Mientras tanto, los organismos de educación vial reiteran recomendaciones a los conductores para que eviten protagonizar accidentes por esta causa.
Los modernos vehículos invitan a acelerar a grandes velocidades, pero sus diseñadores seguramente no pensaron en esta realidad del subdesarrollo. Por eso, quienes viajan en estas máquinas, deberán recordar que toda la tecnología con la que están dotadas resulta insuficiente ante el peligro de los animales sueltos en la ruta.