Lamentable
Las autoridades del Hospital de Niños “Eva Perón” quieren efectuar algunos cambios en la organización de ese servicio de salud. Esas disposiciones, que se aprobarían en el corto plazo, habrían sido el motivo para que una o más personas decidan recurrir a un método totalmente repudiable: el chantaje mediante amenaza anónima.
No abordaremos aquí si las medidas que quieren tomar los directivos del nosocomio son acertadas o no, porque debemos poner la mira en el camino elegido por individuos que intentan evitar que se produzcan esos cambios.
La directora del Hospital, Elvira Marafini, y sus colegas –también directivos- Alejandro Severini y Ricardo Seco, informaron que recibieron sendas cartas sin remitente, a través del Correo Argentino. La correspondencia, idéntica para cada destinatario, decía que si realizaban los cambios que planeaban, irían por “su cabeza” o de lo contrario tendrían la visita de “unos amigos”.
Con este procedimiento, quien o quienes enviaron las cartas cometieron el delito de amenazas, porque atentaron contra el derecho de esas personas a la paz y la tranquilidad. Los mensajes pretendieron extorsionar, advirtiendo que provocarían que los médicos sean destituidos de sus cargos y, lo que es peor, connotaron que la visita de “unos amigos” podría producirles algún daño.
Es un claro intento de atemorizar para ejercer una presión con el fin de evitar los cambios que se están por realizar.
En el marco de la convivencia social y la vigencia de las instituciones democráticas, es plausible que los directivos del Hospital hayan dado a conocer esta amenaza, evidenciando que no se dejarán amedrentar por agresores anónimos que recurrieron a una acción delictiva intentando conseguir algún beneficio.
Quienes recurrieron a esta vía forman parte de un grupo humano preciso. Por eso, es dable albergar la esperanza de que una seria investigación permita identificarlos.
Aguardamos, entonces, el momento de informar quiénes son y que sobre ellos- o ellas- caiga todo el peso de la ley.