Ser coherentes

jueves, 11 de abril de 2013 00:00
jueves, 11 de abril de 2013 00:00

“Yo soy ateo pero creo en la Virgen del Valle” decía un conocido referente político de Catamarca en tono de broma pero con un trasfondo de sinceridad, por su pertenencia cultural a un pueblo mariano. Lógicamente, quienes profesan la fe católica saben que la veneración a la Virgen es inseparable de una certeza anterior y es la existencia de Dios.
La característica propia de los creyentes catamarqueños –como también riojanos, tucumanos y santiagueños- es su devoción a la Virgen del Valle. Es una idiosincrasia que se vino conformando desde los años 1600, cuando fue hallada la sagrada imagen y que ha ido madurando, tomando forma propia y nos identifica.
La Iglesia de Catamarca se está preparando para celebrar en 2020 los cuatrocientos años de aquel hallazgo y con esta impronta celebra las tradicionales fiestas de la Virgen en abril (septenario) y en diciembre (novenario). Las de abril rememoran un gran acontecimiento del que hoy se cumplen 122 años y las de diciembre reverencian la Inmaculada Concepción de la Madre de Dios. Hoy se cumple un nuevo aniversario de la Coronación de la sagrada imagen y resurge la alegría por aquella autorización del Papa León XIII que consideró que reunía todo los requisitos: *que sea una imagen con valor artístico-cultural con una antigüedad debidamente documentada no menor de 50 años (tiempo que superaba ampliamente ya que en 1891 hacían casi tres siglos desde su hallazgo); *que goce de probada devoción desde sus inicios hasta su estado actual (lo que fue un hecho desde el momento mismo en que fue encontrada) y *que hayan sido comprobados los favores concedidos por dicha imagen y la irradiación de su culto (que en Catamarca es una realidad contundente que se esparce en todo el país y más allá de las fronteras).
En esta fecha, un gran homenaje a la Virgen sería que sus hijos vivan en fraternidad, aceptándose y ayudándose mutuamente.

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