Ayer, por falta de quórum, no hubo sesión en Diputados. Fue la prosecución del conflicto del miércoles, cuando los correligionarios se retiraron del recinto muy contrariados por los planteos de la mayoría peronista, en orden a la designación de los representantes del cuerpo en el Jury de Enjuiciamiento. Tal cual lo cronicamos, el diputado Perrota -como jefe de bloque- propuso la designación de la doctora Cecilia Guerrero por la mayoría y de Cecilia Porta de Salas (integra el bloque unipersonal del Partido Solidario) por la minoría. Como esta última fue electa en 2009 por el Frente Cívico, el tema fue doblemente mortificante para la UCR, que consideró a la iniciativa como una falta de respeto. Y en verdad lo fue.

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El argumento oficialista de que la Constitución no habla de minoría electoral sino parlamentaria, aunque sea con forcep, acomoda la nominación de Porta de Salas, pero no alcanza. Si la UCR perdió por aproximadamente 7.500 votos (86.620 a 79.123) la contienda electoral 2011, tiene derechos políticos indiscutibles y nadie le puede quitar la condición de auténtica minoría. Lo que la condena es el pasado, donde a cada rato hizo este tipo de jugadas sucias. Pero sabemos que “el ojo por ojo y diente por diente” no es el mejor expediente de convivencia.

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Con sólo recordar que el castillismo nombró a los senadores truchos del 91 (los que, siendo suplentes, juraron sin autorización del partido que los eligió) en comisiones y posiciones políticas cuando no correspondía que lo haga, decimos solo una parte de las persecuciones que sufrió el PJ. También podríamos hablar de la designación como senador de Mario Fadel -el determinado momento compañero de ruta de Porta de Salas- en lugar de Alicia Saadi, impulsada por el FCS, o la irracional actitud de no reconocerle la senaduría nacional por 4 años a Ramón Saadi. Todas conductas rastreras y condenables. Igual que pretender, ahora, la designación de Porta de Salas, que no es más que una escisión del FCS.