La noticia del fallecimiento del exjefe de la más cruenta dictadura militar que recuerda nuestro país, Jorge Rafael Videla, mientras estaba detenido por graves violaciones a los derechos humanos, ocupó grandes espacios no sólo en medios de comunicación y redes sociales, sino en todos los ámbitos públicos y privados del país.
Fue acusado y condenado por crímenes tales como privaciones ilegales de la libertad, aplicaciones de tormentos, robos agravados, falsedad ideológica de documentos públicos, usurpaciones, reducciones a servidumbre, secuestros extorsivos, supresión de documentos, sustracciones de menores y tormentos seguidos de muerte.
Uno de los recuerdos más escalofriantes que quedó en la memoria de muchos, es la frase que sintetizó su pensamiento y acción, pronunciada en 1979: “Le diré que frente al desaparecido en tanto esté como tal, es una incógnita, mientras sea desaparecido no puede tener tratamiento especial, porque no tiene entidad. No está muerto ni vivo...está desaparecido”.
A partir de esa definición convertida en brutal acción, la palabra “desaparecido”, tanto en Argentina como en el exterior, remitió directamente a la dictadura que asoló al país entre 1976 y 1983, ya que la desaparición sistemática de personas que se oponían al régimen, fue su principal mecanismo de terror.
Las historias de dolor son tantas y tan profundas, que permiten entender expresiones de odio contra el fallecido dictador. También hubo condolencias de quienes justifican aquellos sanguinarios operativos. Asimismo hubo voces como la del premio Nobel de la Paz, Adolfo Pérez Esquivel, que dijo que no le alegra “la muerte de nadie”, pero calificó a Jorge Rafael Videla como “un hombre que ha pasado por la vida haciendo mucho daño y ha traicionado los valores de todo un país”.
La memoria colectiva que detonó ayer con la noticia de la muerte del dictador, permitió a las nuevas generaciones conocer mejor esa parte de la historia que no debemos olvidar, para que nunca más se repita.