Previsiblemente, el cónclave de los radicales catamarqueños en Fray Mamerto Esquiú con motivo de la visita del senador mendocino Ernesto Sanz -aquel que deseó que a la economía nacional le vaya mal para menguar las posibilidades electorales del kirchnerismo- fue escenario de una andanada de críticas que, repitiendo lugares comunes del acervo discursivo opositor, fueron lanzadas contra las gestiones de Lucía Corpacci y Cristina Fernández. También de falacias, como la de Oscar Castillo, quien al cuestionar el reciente viaje de la gobernadora a Canadá, por una feria minera, dijo que la brasileña Vale había abandonado la Argentina por las supuestas “condiciones adversas” para la actividad. Como se sabe, la corporación carioca enfrenta una demanda multimillonaria que la obligó a retirar sus inversiones en todo el mundo hasta que aclare el panorama, incluyendo nuestro país. Por lo demás, el anuncio de la radicación de nuevas firmas del sector desmiente los dichos del legislador “celeste”.

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Por su parte, el local Humberto Valdez, quien se mostró complacido de ser anfitrión de otro “presidenciable” en la tierra natal del “Orador de la Constitución” -el año pasado lo había visitado Mauricio Macri-, fue el encargado de llevar la voz cantante de los intendentes radicales, y se quejó de los “aprietes” y la “discriminación” provincial y nacional, aún cuando fue beneficiado, al igual que sus pares de otros distritos, con múltiples recursos y obras de los planes federales. Otra crítica sin mayor fundamento.

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Entre todos los que hablaron, sin dudas el que destacó fue el exgobernador Brizuela del Moral, quien a tono con sus últimas salidas públicas, lanzó declaraciones que dejaron a más de uno con la boca abierta. No solamente denunció ser víctima de un operativo de espionaje de Gendarmería, sino también que referentes partidarios tienen el teléfono pinchado. El que le contestó fue Jorge Moreno, quien dijo que hacer inteligencia sobre Brizuela o Castillo sería “una pérdida de tiempo”.