La punta del ovillo la mostró radio Valle Viejo cuando, a través del periodista Eduardo Sarquís, entrevistó a Ariel Alanís, el puntero político involucrado en el traslado de 90 kilogramos de marihuana hacia nuestra provincia. Aparte de considerarse un rehén político, desde la clandestinidad, el prófugo aceptó que conoce al ministro Francisco Gordillo, pero aportó un dato ignorado por gran parte de la comunidad política. Dijo que era afiliado al radicalismo y que había trabajado para el partido que gobernó Catamarca por espacio de 20 años. Nada es que se trataba de una cuestión certera -la relación legal con la UCR se remonta al año 1998-, sino que Alanís formaba parte del círculo áulico de los más prominentes líderes “rojiblancos”.
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La investigación llevada a cabo por este diario a partir de las palabras de Alanís, que contó con la colaboración de dos exconcejales radicales de principios de la década pasada en el departamento Tinogasta, revela claramente -como lo detallamos en el informe de páginas 2 y 3- que tenía vinculación más que estrecha con la familia Castillo y con el actual senador. Las fotos no son de circunstancia. Lo muestran como funcionario de la municipalidad de Tinogasta que era, pero además aparece casi como un par del exgobernador Arnoldo Castillo; del actual presidente de la UCR, Amado David “Coco” Quintar, y del mismísimo Oscar que, con su sonrisa amplia, no disimula su satisfacción de posar con Alanís.
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¿Cómo se entiende que, después de tanta intimidad, Castillo lo considere hoy a Alanís un extraño y hasta lo acuse de participar de una confabulación en la que involucra al ministro Gordillo? La respuesta la dan las propias palabras de Alanís, cuando se consideró un rehén político, y algunos silencios del legislador que nunca aclaró -tampoco los medios que avalaron su temeraria denuncia- que conocía a Alanís mejor que nadie. ¿O acaso no sabía que era funcionario de un municipio radical cuando él ejercía la gobernación de Catamarca?