Columna política
La cobarde agresión al oficial de la Guardia de Infantería, Luis Guevara, no debería pasar desapercibida por las autoridades. Se trata apenas del germen de violencia que incuba la sociedad y del cual nace la inseguridad que, a esta altura de los tiempos, resulta indiscutible. La causa principal sigue siendo la exclusión social que, con las políticas neoliberales que se implementaron en el país y que fueron apoyadas por los medios de comunicación, se fue construyendo durante dos décadas hasta llegar al punto de desequilibrio. La Policía, precisamente, es la institución que está en el centro de la escena, y sobre la cual conviene invertir energías. Lo que le pasó a Guevara en el conocido boliche La Casona no fue casualidad.
******
En los barrios de mayor pobreza, en los locales bailables como La Casona y en los estadios donde funcionan las barras bravas, existen odios invencibles contra el uniforme y la institución. En muchos casos, los efectivos ya no pueden actuar porque son repelidos de forma tal que la gente pareciera oponerse a que se combata la inseguridad y la violencia. Eso por un lado. Por el otro, dentro de la Policía hay todavía ausencia de profesionalismo y nadie descarta que existan complicidades con el tráfico de droga, el cáncer mayor que avanza y avanza en todos los niveles de la sociedad y dispara la más temible inseguridad.
******
El cierre temporario de La Casona no soluciona el problema. Hay que estudiar a fondo el funcionamiento de todos los boliches y no ceder frente a las exigencias corporativas; hay que hacer prevención con los barras bravas y la Policía tiene que llegar a los barrios, aun los más calientes, a dialogar con los vecinos para hacer causa común contra los delincuentes. La gobernadora anunció el miércoles una serie de aportes que sirven a la logística (móviles, cámaras, etc), pero no alcanzan. En esto, necesariamente, hay que involucrar a la sociedad. Caso contrario, no hay soluciones mágicas, ni mucho menos rápidas.