Apuntes del secretario

jueves, 13 de junio de 2013 00:00
jueves, 13 de junio de 2013 00:00

Un nuevo papelón protagonizaron el exgobernador Ramón Saadi y el empresario periodístico -antes lo fue de la construcción- Silvestre Zitelli, quienes mantienen desde varios años atrás una sórdida disputa. El martes pasado debían presentarse ante el juez Jorge Avellaneda, titular del Juzgado Civil N° 1, a una audiencia de conciliación por la demanda que el propietario de El Ancasti le iniciara, en el año 2010, por supuesto daño moral. ¿Tan ofendido estaba que ni siquiera se dignó a poner los pies por los pasillos tribunalicios para dirimir una cuestión que el mismo puso en marcha? El tema es que tampoco Saadi llegó a la audiencia, lo que da pie a la pregunta obligada: ¿no dando la cara defiende su pellejo quien, permanentemente, se siente ofendido por la prensa? El caso es que ambos llegaron a un acuerdo para eludir las preguntas incómodas que podían realizar los periodistas que fueron a cubrir a la instancia jurídica que enfrentaba a dos personajes de la política muy conocidos. Uno fue gobernador y el otro, durante algunos meses, su ministro de Economía. En su lugar fueron los apoderados legales, María del Rosario Andrada y Julio Mazur, quienes en representación de Zitelli y Saadi, respectivamente, no conciliaron. En la noche previa, cabe destacarlo, se habría producido una conferencia telefónica entre los contrincantes para sellar la forma de burlarse de la prensa y, de paso, aflojar las tensiones, la que incluiría terminar con el proceso de censura que El Ancasti ejerce con Saadi desde hace cinco años.

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El disparador de la presentación judicial fue precisamente ésta última, la censura. Saadi habló de ella y de las críticas injustificadas que recibía de El Ancasti en una radio de Tinogasta, abogando para que muy pronto la ley de medios (a la cual votó siendo senador nacional) pusiera fin a los excesos de la prensa. Las grabaciones fueron tramitadas por un directivo de la empresa editorial y formaron parte de la demanda civil por $70.000 más intereses. La abogada de Zitelli habría puesto en su demanda “mi cliente se sintió angustiado y con gran desazón por las expresiones ultrajantes y peyorativas que empleó el querellado”. Con el paso de los meses, Saadi redobló sus expresiones contra su exfuncionario, a quien llamó “pigmeo” intelectual, lo que derivó en una ampliación de demanda. El dos veces exgobernador, entonces, volvió a contestar en sede judicial y consideró que “no existe ofensa alguna en mis expresiones y pido al juez que rechace la demanda por la simple aplicación de doctrinas que involucran a los hombres públicos y que actúan en la política”. Para él, naturalmente, Zitelli es un hombre público, actúa en política y, por lo tanto, no puede tener las prerrogativas de ciudadano común.

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Lo importante del tema es que ambos “arrugaron” a la hora de mostrarse “cara a cara”. Si tanto se dijeron, quedan muy mal cuando, a la hora de ratificar furias contenidas y honores maltrechos, se van “al mazo” y envían a sus apoderados. Quienes tienen convicciones verdaderas no emplean estos comportamientos, mucho más si se confirma que han anulado una pelea que, al menos por tres años, habría sido solamente para exhibir falsos e inexistentes gestos de bravura. La causa continuará, los actores deberán ratificar las pruebas y el juez, antes de los alegatos finales, dictar un fallo sobre el que existe demasiada jurisprudencia por tratarse, precisamente, de personajes públicos. Por allí estaría el arreglo, que incluiría dejar sin efecto la causa en tiempos venideros y que El Ancasti vuelva a tratar a Saadi como lo hacía cuando era gobernador, tema sobre el que también se puede abordar llegado el caso.

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La famosa investigación de la llamada “Ruta del dinero K”, que comenzó en el programa de Jorge Lanata y hoy se debate en la Justicia, incluyó un detalle directamente relacionado con Catamarca y el candidato a diputado nacional, Luis Barrionuevo. Uno de los implicados, Federico Elaskar, destacó -conforme lo dijo su abogado, José Manuel Ubeira- ante el juez “tomé contacto con un señor de Catamarca vinculado a la venta de litio, a quien le conté que me gustaría invertir en esa actividad, pero tenía problemas para cobrar el dinero correspondiente a la venta de la financiera”. Este señor, sigue el relato, le recomendó hablar con Luis Barrionuevo, quien tras varios intentos de mediar ante Pérez Gadín (el contador que adquirió la financiera a un precio que no terminó de pagar a Elaskar) le pasó con su abogado, que fue quien lo puso en contacto con un productor del programa de Lanata”. Como puede apreciarse, la influencia de Barrionuevo en los altos círculos del poder se mantiene intacta. A tal punto que habría sido el impulsor del informe de Lanata que provocó conmoción.

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Uno de los ejemplos más notorios de los desaguisados en Salud, que tienen continuidad entre el gobierno anterior y el actual, sin que se haya hecho un corte delimitando responsabilidades de unos y otros, lo ofrece el departamento Andalgalá. Forman parte (los desaguisados) de una enfermedad crónica del sistema hospitalario de la ‘Perla del Oeste’. Los hechos más recientes resaltan que los cambios de funcionarios no arrojaron los resultados esperados. Cuando asumió el gobierno del Frente para la Victoria, tras la renuncia del médico cirujano Mario Kuibida, que venía ejerciendo la jefatura del Area Programática N°9, se puso al frente al pediatra Daniel Ontiveros, que hasta allí estaba a cargo del hospital andalgalense. Fue una de las variantes propuestas por el senador Perea y los responsables de nombrar encargados de las reparticiones públicas en “La Perla”. Así, un buen día, sin que mediaran buenas explicaciones, de un plumazo apareció como directora la médica Rosa Aguirre, hermana del exintendente peronista Ciro Aguirre. En menos de 48 horas, en el mismo cargo se nombra a la médico Soledad Moreno Vázquez. Por supuesto, por la abrupta destitución de Aguirre, hubo escándalo, pero como apareció el respaldo expreso de la ministro Noemí Villagra, parecía que se designaba a Soledad por mucho tiempo. Quienes así pensaban se equivocaron. A la semana se desató un conflicto interno que llevó al personal del hospital a proponer un conductor (“al más bueno”, no al mejor) para que el ministerio lo designe. Resultó elegida Marilín Aliciardi, pero casi en forma simultánea se calzó el ropaje de jefe el odontólogo Luis Figueroa.
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Los dos últimos, Aliciardi y Figueroa, presentaron la renuncia la semana pasada, pero siguen en funciones por 30 días o hasta que se nombre a sus sucesores. Se cambiaron también administradores, jefe de personal y se tomaron medidas inconducentes. Nadie cumple el turno de 6 horas diarias, cuando mucho llegan a 4 y no se atienden más de 5 ó 7 pacientes por día. No importa que la gente esté enferma, igual los turnos se dan en cuentagotas. El patrimonio del hospital está diezmado, costosa aparatología ha desaparecido y hasta no se sabe la suerte que corrieron algunas ambulancias. Colchones nuevos y ropa de cama que le fuera donada al hospital nunca llegaron a la sala de internados y todo se parece demasiado a un “caos organizado”. Este desastre, como la caja maloliente de las guardias médicas viene del período de gobierno anterior, pero se mantiene y cada vez resulta más difícil asegurar la salud pública.

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RECUERDOS HACIA EL PRESENTE. Finalizamos los Apuntes de este jueves con el repaso de hechos políticos que ocurrieron hace 25 años y pueden tener relación con el presente.
Durante el mes de junio de 1988, la Municipalidad de la Capital -orientada en aquel entonces por don José Guido Jalil- le rinde homenaje de recordación al caudillo Felipe Varela, con motivo de cumplirse el 118 aniversario de su muerte. Uno de los oradores fue el profesor Manuel Dalmaida, que ejercía como presidente del Concejo Deliberante de la Capital. Obviamente, la reivindicación del caudillo que terminó sus días en la Tierra Amarilla copiopense, fue permanente y se mantiene hasta la actualidad gracias al empeño de dirigentes como el vicegobernador de Catamarca, de la gobernadora y de la propia presidenta de la Nación, que aprobó la iniciativa de Dalmacio Mera para convertirlo en general post mortem de la Nación.

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En junio de 1988 se inicia en Catamarca el 22 Torneo Argentino de Vóleibol, cuyo acto central se lleva a cabo en el estadio Polideportivo. Se consagra campeón en la noche del día 11 la representación de San Juan, que bate 3 a 0 en la final a su similar de Capital Federal. Fue otra gran realización, como la subsede del mundial ‘82, de la Federación Catamarqueña de Vóleibol, cuya conducción ejercía el recientemente fallecido Carlos Anselmo Peracca.

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