Con un saldo en vidas humanas de 649 militares argentinos, 255 británicos y 3 civiles isleños fallecidos, concluía hace 31 años la guerra de Malvinas. La herida sigue abierta, especialmente en familiares y amigos de las víctimas de aquella conflagración, impulsada por la dictadura que asolaba el país para mantenerse en el poder. La derrota sirvió, sin embargo, para que recuperemos la democracia y continuemos por la vía diplomática la lucha por recuperar los archipiélagos del Atlántico Sur. En este sentido, la presidenta de la nación Cristina Fernández de Kirchner hace un año publicaba una solicitada en el diario londinense The Times, para pedirle al gobierno del Reino Unido “que le dé una oportunidad a la paz”. Bajo el título “Terminemos con el colonialismo cumpliendo las resoluciones de Naciones Unidas”, la mandataria reseñó que “hace 179 años, el 3 de enero de 1833, una fuerza naval británica expulsaba a las autoridades legítimas argentinas y a la población de las islas Malvinas. Desde entonces, Argentina ha pedido sin descanso su restitución en foros nacionales e internacionales”.
Nuestro país no reconoce la soberanía británica sobre Las Malvinas, a las que considera una parte integral e indivisible de su territorio que se halla ocupada ilegalmente por una potencia invasora. Por eso las hace parte de la provincia de Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur, en donde son agrupadas junto con las islas Georgias del Sur, Sándwich del Sur y Orcadas del Sur, en el departamento Islas del Atlántico Sur.
Estos archipiélagos constituyen uno de los dieciséis territorios en la lista de las Naciones Unidas de “Territorios no autónomos bajo supervisión del Comité de Descolonización”, con el fin de eliminar el colonialismo.
Con el respaldo de organismos internacionales esperamos que pronto termine esta anacrónica colonización y recuperemos la soberanía en esos territorios, sin guerras ni muertes, sino sólo con la vigencia de la ley y la justicia.