¡Ay, patria mía!

miércoles, 19 de junio de 2013 00:00
miércoles, 19 de junio de 2013 00:00

No hay prócer que haya sufrido tanto la injusticia del relato de la Historia Nacional, tantas veces manoseado, como Manuel Belgrano; a quien al día de su muerte sólo recordamos como el creador de la Bandera Nacional, dejando de lado el valiosísimo aporte que desde intelectual lucidez contribuyó a cimentar el nacimiento del país.
De espíritu llanamente solidario y revolucionario, vio la realidad de aquel virreinato y peleó con todas sus fuerzas y desde distintos ámbitos por modificar aquella realidad de grandes miserias y mezquindades que enriquecía a pocos y empobrecía a multitudes. Fue uno de los precursores del periodismo en esta parte del mundo a través del Telégrafo Mercantil, Rural Político, Económico e Historiográfico del Río de la Plata, el primer periódico editado en el país, desde donde difundió sus pensamientos “subversivos” para la época. Allí plasmó ideas como la reforma agraria a través de la propuesta de expropiar tierras baldías para entregarlas a los desposeídos, entre otras convicciones políticas con una profunda sensibilidad social. Aquel periódico, por supuesto, sufrió la censura del Virrey del Pino en 1802.
Fue también Belgrano un gran impulsor de la Educación, aunque la “historia oficial” reservó sólo para Sarmiento ese pedestal. Quizá porque aún después de su muerte, Belgrano sufrió la estafa que significó la malversación de su donación de 40.000 pesos oro –algo así como 80 kilos del metal precioso- para la construcción de cuatro escuelas que nunca vieron la luz. Ya desde los fines del siglo XVIII proponía la Educación como herramienta de crecimiento del país y creó escuelas técnicas para enseñar oficios; impulsó la igualdad entre hombres y mujeres en una época en la que ellas no tenían siquiera derecho a la educación.
Peleó contra los monopolios comerciales que ya en aquella época condenaban a la exclusión de miles. Y no se quedó en la expresión de ideales, sino que pasó a la acción en las Guerras de la Independencia poniéndose al frente de ejércitos donde peleó por la libertad. Y fue el estratega que logró una de las victorias más importantes en el camino a la liberación, como lo fue la Batalla de Tucumán.
La idea más difundida con la que se pretende honrarlo, es que Belgrano murió pobre. Una realidad que pareciera tratar de ocultar que nació en la riqueza y que dilapidó sus bienes por la nación. Pero no murió resignado, sino luchando por todos los medios y con gran dignidad por las deudas para con él. Aquel 20 de junio de 1820 Belgrano murió expresando un último anhelo: “Yo espero que los buenos ciudadanos de estas tierra trabajarán para remediar sus desgracias. ¡Ay, patria mía!”.

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