Desde la bancada periodística

“En tu nombre, periodismo”

viernes, 21 de junio de 2013 00:00
viernes, 21 de junio de 2013 00:00

El diario El Ancasti es líder entre los medios gráficos, aunque ya no marque la agenda noticiosa de la provincia. Ese privilegio parece tenerlo, por estos tiempos, Radio Valle Viejo, una emisora que se hace fuerte en temáticas generales, pero sobresale nítidamente en la cobertura de casos policiales y sucesos deportivos.
La pérdida de prestigio y credibilidad por parte del diario de calle Sarmiento, sin embargo, no se debe a los informes que producen sus periodistas, sino a su inveterada costumbre de querer “acomodar” las noticias de acuerdo al estado de ánimo imperante al momento que se escribe.
Como este curioso método atenta contra la pureza periodística y ofende a la verdad histórica, desde este diario tratamos de reacomodar lo que desacomodan con objetivos, más que aviesos, incomprensibles.
Este es y será nuestro aporte a la sociedad. No perseguimos ganar posiciones editoriales ni promover ventas. Esas son cuestiones que las decide el público y las resuelve el paso del tiempo, testigo inapelable del obrar humano.

Sorpresiva preocupación

La presente semana, en orden al tema que aborda hoy esta columna política, incluyó un informe de El Ancasti sobre un tendido eléctrico que lleva energía hacia las cumbres de El Portezuelo y que, específicamente, fue encarado por el gobierno del Frente para la Victoria para promover la puesta en funcionamiento de la televisión satelital.
El diario, con gran despliegue informativo, titulares de primera página y comentarios complementarios, observa una gran preocupación por la preservación de la emblemática cuesta que, como todos saben, inspiró a don Polo Giménez a escribir uno de los himnos del folclore, “Paisaje de Catamarca”.
Considera, con razón y solidez informativa, que la obra se hizo sin el obligatorio estudio de impacto ambiental por lo que, indirectamente, le está pidiendo al gobierno que repare el daño que ha provocado a la naturaleza y, por lo que parece, no preocupa demasiado al ministro de Servicios Públicos, quien -según el diario- habría dicho que sí existía el requisito de la discordia cuando tal vez no era así.
Pero lo más sorprendente es, en realidad, la “extremada” preocupación de este medio de comunicación que durante su larga trayectoria no ha sido precisamente una adalid de las cuestiones ambientales. Casi diríamos que fue al revés: en varios de sus informes, sobre distintos temas -minería, bosques, viviendas, arqueología, etc.-, mostró evidente desinterés.
Que no lo haya hecho antes, no quiere decir que esté mal que lo haga ahora. Que esto quede claro, a pesar de las casualidades, cabriolas y omisiones que surgen plenas de la lectura de una serie de notas donde se resalta, de repente, la preservación del patrimonio histórico y turístico.

Periodismo selectivo

Más allá de algunas exageraciones que se desprenden de temerarias afirmaciones como “la línea energética que destruyó la cuesta de El Portezuelo” (¿destruyó?) o “arden las convocatorias a defender la cuesta en las redes sociales” (honestamente no percibimos tal cosa), vamos a entrar a desmenuzar los blindajes y posiblemente las motivaciones de una crónica con lamentables grietas periodísticas.
La obra, que costó la friolera de más de dos millones y medio de pesos, la ejecutó la empresa Gabiola, propiedad de Ana Gabriela Correa Peralta, un nombre prácticamente desconocido en el mundo de la construcción. De hecho, nadie sabe si tiene conocimiento y capacidad técnica para trabajar redes eléctricas, tarea que no es para cualquier improvisado. ¿Significa esto que alguien puede estar detrás de la empresa de Ana Gabriela Correa Peralta? Puede ser, muy pronto lo sabremos y revelaremos el misterio, pero lo más grave es la disección periodística que se hizo para estructurar el informe.
Efectivamente es así. En todo momento se habla del ministro de Servicios Públicos, Luis Romero, como si se tratara del verdadero impulsor del emprendimiento que se adjudicó -en virtud de la emergencia económica- por contratación directa. Es decir que el gobierno, tenga capacidad técnica o no, eligió a dedo a la empresa Gabiola.
Y aquí viene la caprichosa omisión, como otras tantas que realiza El Ancasti en consonancia con sus humores y en detrimento de la verdad histórica, a la que hacíamos referencia líneas arriba.
El que otorgó la obra de El Portezuelo fue el primer ministro de Servicios Públicos del gobierno del Frente para la Victoria, el ingeniero Julio César Molina, quien ejerció entre diciembre de 2011 y noviembre de 2012 y dejó el cargo en medio de un escándalo de alto impacto político.
Es más. El director de Obras del exministro, de nombre Oscar Pastorelli, fue el encargado de aprobar el proyecto para llevar energía hasta el cerro Ancasti. Luis Romero, en la previa a la ejecución de los trabajos, era apenas el número dos de Molina.

Molina y Gabiola

La parte fundamental de la campaña que ha iniciado El Ancasti (lleva ya una semana de publicaciones sucesivas) por la obra de El Portezuelo omite -pecado grave inserto en cualquier manual de ética periodística- la participación del exministro, un hombre de probada capacidad en los servicios públicos que trabajó durante años con empresas constructoras, entre ellas la del ingeniero Benjamín Capdevila, además de integrar el ENRE a nivel provincial y nacional.
Es que fue Molina el impulsor de las obras que se incluían en la emergencia de los servicios públicos y comprometían, en dos etapas, montos cercanos a los 100 millones de pesos para electrificación, agua potable y redes gasíferas.
Y entre las obras que adjudicó Julio Molina está la electrificación Santa Cruz-Las Antenas. ¿Quién mejor que él para que le saque las dudas y los vacíos que tiene la nota del diario El Ancasti? Nada de nada. No se lo nombra ni se comenta su performance, como tampoco se hizo cuando dejó el ministerio, en otro seccionamiento de la noticia claramente orientado a satisfacer los humores del diario.
Por lo que conocemos y pudimos chequear, según supo decir el diputado Juan Pablo Millán, la empresa Gabiola “no tenía ningún antecedente para la realización de este tipo de obra”, añadiendo que “de acuerdo a indicios”, la realización de la línea “fue tercerizada”. Aquí puede estar un dato clave, susceptible también de ser comentado.
Si esto es verdad, lo de la tercerización, no es el ministro Romero quien debe dar las explicaciones, sino su antecesor en el cargo, alma mater e impulsor de la ley de emergencia, aparte de las contrataciones, entre las que se debe incluir a Gabiola, a quien se le dio una obra de cableado que, en realidad, tiene escasas o nulas justificaciones -a no ser que medien razones políticas que todos los gobiernos tienen- dentro de una emergencia.

El papel de la prensa

Está muy bien que la prensa investigue todos los hechos de gobierno. De hecho, la obra de El Portezuelo deja dudas y deben ser despejadas, pero de allí a falsear la historia hay distancia que se mide en términos éticos.
No es la primera vez que esto ocurre con El Ancasti. Son varias las historias (¿o historietas?) que se relatan en sus páginas con censuras explícitas o implícitas. En materia de obras públicas, el tendido eléctrico de El Portezuelo, es solo un caso. También se deslizan situaciones similares sobre supuestas cartelizaciones que perjudicarían al Estado, cuando en algunos casos lo estarían beneficiando, o se escriben comentarios en código que el común de la gente no los entiende, pero nosotros sí. No somos tan tontos como para no hacerlo.
“¿Y por casa cómo andamos?”, se preguntarán quienes pueden analizar estos comentarios de El Esquiú.com. Dispuestos a decir la verdad cueste lo que cueste y a ejercer periodismo con censura cero, pero cero en serio, los que nos da muy buenos resultados. Aquí no hay ni habrá dirigente político al que se le cierre las puertas; no habrá posiciones a favor de la minería desatendiendo a quienes piensan en contrario; ni mucho menos habrá proclamaciones mesiánicas. Obviamente, tampoco el armado de noticias seleccionando previamente los hechos y los personajes.
Si nos referimos al gobierno nacional no podemos dejar de hablar de Cristina Kirchner o de la gobernadora cuando hablamos del local. Cómo no mencionar a Castillo o Brizuela del Moral si de la oposición se trata. O a Ramón Saadi si abordamos el pasado.¿ Es posible no nombrar a Videla, Agosti y Massera al momento de referenciar la dictadura o a “Manu” Ginóbili al comentar la final San Antonio-Miami? Desde lo estrictamente periodístico, no. Los ejemplos también valen para la obra de El Portezuelo.
La información es la información completa, no una parte. Porque cuando se habla únicamente de una parte, se parece demasiado a una mentira. Apelamos, sencillamente, al ABC del periodismo.
 

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