“No entiendo cómo no lo mataron, si lo tenían regalado. Algo más hubo ahí”, se quejaba ayer, al filo del mediodía, un joven dirigente del radicalismo, refiriéndose a la actuación de los senadores del Frente Cívico durante la interpelación a Francisco Gordillo. Con esa expresión, resumió el malestar imperante en los comité, en pasillos legislativos y en cualquier café del centro en donde se reunieron los boinablanca para comentar la sesión del día previo en la que, después de 9 horas, el ministro de Gobierno y Justicia salió ovacionado. Es que nadie podía creer que los tres legisladores más afilados que tiene la oposición en la Cámara alta, Ricardo Boggio, Jorge Agüero y Víctor Luna hayan tenido la tibia actuación que exhibieron el jueves, apenas preguntando y en ningún momento incomodando al funcionario. “No son caídos del catre, se las saben a todas. ¿Cuál habrá sido el arreglo?”, se preguntó el ofuscado dirigente.

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Como este Secretario sostuvo ayer, el paso de Gordillo por el Senado le sirvió -y mucho- al oficialismo y dejó mal parada a la oposición, justo en el comienzo de la carrera electoral. Es que la figura del funcionario, vinculado por el senador nacional Oscar Castillo con una causa de drogas, se iba a convertir en puntal de la crítica contra la gestión que encabeza Lucía Corpacci, haciendo foco, como ya se viene perfilando, en el tema de la inseguridad. En su lugar, el ministro político salió airoso y hasta consiguió arrancar a la Cámara la promesa de aprobar la ley de Seguridad. “Nos cag... el spot de campaña”, se sinceró un encumbrado dirigente.

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En donde también acusaron el golpe fue en la Cámara de Diputados. Legisladores del Frente Cívico, que se habían preparado para un “festín” servido por sus colegas del Senado, no tuvieron otra que llamarse a silencio y no hubo siquiera una referencia al tema. El papelón de la UCR quedó en evidencia en las caras largas de los opositores durante la sesión.