DESDE LA BANCADA PERIODÍSTICA

Fútbol, droga, violencia…y algo más

sábado, 8 de junio de 2013 00:00
sábado, 8 de junio de 2013 00:00

Otra vez el fútbol vuelve a la columna semanal de El Esquiú.com. Es que el más popular de los deportes, hoy más que nunca, está íntimamente ligado a la política, a los gobiernos y al fenómeno de la inseguridad.
No es que vamos a hablar del ciclo “fútbol para todos” o de las peleas recurrentes del gobierno con el Grupo mediático -Clarín- que, durante largos años, (al fútbol) lo manejó con objetivos muy poco solidarios con el público (especialmente los que no podían pagarlo), lo utilizó para grandes negocios y lo acomodó a los intereses políticos que convenían en diferentes coyunturas. Esa disputa forma parte de los interminables embrollos nacionales. Los catamarqueños tenemos los nuestros.
Lo que queremos comentar y, más que eso, advertir, es sobre el presente y el futuro del fútbol catamarqueño en su relación directa con acontecimientos sociales que están preocupando y que supimos predecir frente a silencios oficiales, o miradas de soslayo evidentemente cómplices.

Violencia no casual

La semana pasada, conforme a la programación de la Liga Catamarqueña, debían enfrentarse Atlético Policial y Sportivo Villa Cubas en el estadio “Malvinas Argentinas”.
Nada hacía presumir que, lejos de los intereses que generan torneos como el Argentino “B” o la Copa Argentina, el partido por la competencia doméstica no llegara a jugarse por los incidentes que produjeron ambas parcialidades y que alteraron la paz del barrio norte. Gravísima equivocación de quienes pensaron, tal vez, como nosotros.
Entre las barras de estas dos instituciones, a las que podríamos agregar la de San Lorenzo, existen diferencias, odios enfermizos y promesas de venganza que no necesariamente requieren de un partido de fútbol para llevarlas a cabo. Lo pueden hacer en cualquier momento y en cualquier lugar.
Hasta anoche ni la Policía ni la Justicia habían logrado avances en el esclarecimiento de los hechos. Para el presidente de la Liga Catamarqueña, Daniel Barros, los fiscales tendrían que actuar de oficio. Claro que tienen razón, como también es razonable la prevención y la intervención del gobierno para evitar males mayores.
El titular “liguista” no se quedó corto en la medición de las consecuencias. También dijo “hay niveles de violencia, con armas y objetos punzantes, que ya supera, largamente, la actitud de ir a hinchar por su club”, a lo que completó con una profecía que en algún momento fue nuestra: “Está claro que algún día va a pasar una tragedia mayor y vamos a lamentar lo que pueda suceder. Es responsabilidad de todos erradicar esto”.

Antecedentes funestos

La historia reciente de las barras bravas de Policial, Villa Cubas y San Lorenzo, revela hechos y circunstancias que obligan a hablar con claridad.
La hinchada de La Tablada tiene antecedentes negativos fronteras adentro y fuera de Catamarca. Más de una vez obligó a la suspensión de sus partidos. La de San Lorenzo no le va en zaga y ni hablar de la “torcida” villacubana que, dividida en dos o tres fracciones, le hizo perder a la institución algún título de campeón y, más recientemente, la clasificación a la fase siguiente del Argentino “B”.
Pero aparte hay algo más. Villa Cubas, que se mantuvo invicto con sus pares catamarqueños en el torneo de la AFA, resignó puntos ante San Lorenzo, cuando ganaba el partido, porque desde el sector que ocupa su hinchada se lanzó una bengala que hirió gravemente a dos personas que estaban en la platea.
Sin embargo, llegó a la última fecha con chances de clasificar. Debía vencer a Trinidad en feudo sanjuanino y esperar “una mano” de Policial, que recibía en el Bicentenario a Unión Villa Krause, otro de los representantes cuyanos.
Si bien es cierto que “el león”, como le llaman sus fanáticos, no pudo ganar el cotejo clave, también es cierto que Policial no se preocupó demasiado: perdió sin siquiera transpirar la camiseta. Ese partido no fue una anécdota, como no lo fue el reciente pleito Quilmes-Racing por el torneo Final de la AFA.
Está comprobado que los jugadores de Policial, que en la ronda siguiente vencieron -de ida y vuelta- claramente a Villa Krause, fueron “aconsejados” (amenazas incluidas) por sus simpatizantes a que no hicieran nada, pero absolutamente nada, que pudiere favorecer a Villa Cubas en aquella oportunidad. De esta forma quedó sellada una rivalidad que, largamente, excede el plano deportivo.
Los incidentes que obligaron a la suspensión reciente del partido, se prolongaron en nuevas amenazas de muerte entre las hinchadas y alguna incursión de los vándalos tratando de dañar las instalaciones de la avenida Ocampo.

El gobierno y los dirigentes

A todo esto, mientras crecen los odios, conviene analizar algunos roles que tienen que ver con el fútbol.
Los cuatro equipos -sumando a Unión Aconquija de Las Estancias- que, en la temporada 2012-2013, participaron del Argentino B representando a Catamarca no podrían ni siquiera arrancar esta competencia si no los subsidiara, con dinero “cantante y sonante”, el Estado.
Una erogación mensual cercana a los $700.000 por parte del gobierno, que le sirve para utilizar un estadio que definitivamente le queda demasiado grande a la provincia, le otorga derechos para ejecutar exigencias que terminen con la escalada de violencia que, como dijo Daniel Barros, en cualquier momento puede terminar en tragedia mayor. Esa exigencia debería vehiculizarse a través de los dirigentes de las instituciones.
Que sean ellos los que pongan distancia con los “barras bravas” y permitan individualizar a los violentos que, ya lo sabemos, forman parte de lo más granado de la delincuencia que asola una Catamarca que supo ser tranquila y que, lógicamente, añoran los mayores.
También será imperativo que los dirigentes “villacubanos”, “sanlorencistas”, “policíacos” y “estancieros” muten en su condición de hinchas y entiendan que las pasiones mal entendidas no convienen a nadie. Si ellos mismos anteponen sus egoísmos y no piensan seriamente en el fútbol de Catamarca, no van a ayudar a extirpar la violencia que se incuba en la sociedad y que, por ejemplo, explota en las barras.
Por último, queda para el gobierno una gran carta de negociación: o se hacen las cosas bien o se acabó la ayuda, que bien puede ir a solucionar graves carencias de la provincia.

La inseguridad y las elecciones

Mientras los vecinos de la Liga Catamarqueña están pidiendo que no se programen más partidos en el estadio norte -ahora que tenemos el Bicentenario, no estaría mal vender al coloso de calle Sarmiento-, son varios los medios de comunicación que, con buenas razones, están haciendo hincapié en la inseguridad.
Es más. Con legítimos derechos, aunque no haya hecho autocrítica sobre sus propias responsabilidades, el Frente Cívico tendrá como bandera de campaña a la inseguridad. Lo acaban de decir, en su reciente Convención, los más prominentes miembros del radicalismo.
Por cierto, los contragolpes desde el oficialismo no se harán esperar al recordar crímenes, desmanes y la introducción de la droga en forma masiva durante los 20 años de mandato radical.
Pero, más allá de las posiciones, está claro que las barras del fútbol están directamente emparentadas con la droga, la delincuencia, la misma política y, consecuentemente, la inseguridad.
El despertar del fútbol catamarqueño, por más frenesí de las discusiones, no se logrará a cualquier precio. Conviene arreglar las cosas, ahora mismo, antes que sea demasiado tarde. Los últimos acontecimientos respaldan los temores que supimos plantear antes de que los equipos catamarqueños iniciaran la temporada que está llegando a su fin. El gobierno, la oposición, la policía, la Justicia, el periodismo, los dirigentes y los hinchas sensatos, que los hay, tienen la palabra.
El tema está nuevamente planteado. Mientras tanto, y saliendo del espiral de violencia, trasladamos nuestros anhelos unos 1.650 kilómetros hacia el sur de la Argentina. Allí, mañana domingo, el bravo Atlético Policial disputará un partido fundamental con el local Deportivo Roca, en la ciudad rionegrina del mismo nombre y capital de las frutas más de exportación.
Ojalá el buen juego y la suerte acompañen a la representación catamarqueña que, pasando este escollo, quedaría a las puertas de un histórico ascenso al Argentino “A”. Confiamos plenamente en Policial porque ha demostrado su temple en terrenos hostiles como Tucumán, La Rioja, San Juan, Córdoba y tiene como hacerlo, ahora, sin necesidad de disturbios e incidentes, en Río Negro.
Toda Catamarca, sin distinciones de clubes, estará palpitando con “El Matador” y si se consigue un buen resultado, no dudamos que la semana venidera el Bicentenario mostrará un aspecto imponente.
El fútbol está mereciendo una gran alegría… terminemos con la violencia y con los violentos.
 

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