DESDE LA BANCADA PERIODÍSTICA

Las encrucijadas de un candidato

sábado, 20 de julio de 2013 00:00
sábado, 20 de julio de 2013 00:00

Eduardo Brizuela del Moral ya está en la historia de Catamarca. Nadie podrá ignorar a quien fue gobernador dos veces (2003-2007 y 2007-2011) y, además, fue el primer político local que intentó, fallidamente, un tercer mandato en forma consecutiva. Pero además fue dos veces rector de la Universidad de Catamarca (entre 1984 y 1991), tres veces intendente de la Capital (1991-1995, 1995-1999 y 1999-2001) y una vez senador nacional (2001-2003).
Con sólo reseñar semejante trayectoria en un plazo inferior a los 30 años, para cualquiera que no lo conozca, significa hablar de un estadista, brillante en términos intelectuales y de gestión. No es esa, paradójicamente, la visión que se tiene del multifacético hombre público que hoy enfrenta el desafío de ser diputado nacional, posiblemente un objetivo mucho menos importante que los que supo conseguir y por los cuales, lo repetimos, ningún historiador puede soslayarlo.
Que para él la recompensa sea magra es apenas un detalle frente a los peligros que, al mismo tiempo, revolotean en cercanías de su figura, hoy por hoy la más representativa que ofrece la Unión Cívica Radical al electorado.

Una elección impensada

Si alguno de los que lea el curriculum vitae de Brizuela, como lo dijimos anteriormente, no lo conoce y a su vez conoce a los otros candidatos que se presentarán en las PASO -Néstor Tomassi, José Luis Barrionuevo y José “Chichí” Sosa- tiene necesariamente que imaginarse que la diferencia a favor suya será abismal. Un exrector universitario, intendente de Capital de provincia, legislador y gobernador de mandatos múltiples, en una sociedad ideológicamente cerrada, no debería tener problemas para arrasar con un militante como Néstor Tomassi, un sindicalista como Luis Barrionuevo o un ignoto correligionario como “Chichí” Sosa.
Digamos, a través de una simple pregunta, algo más de esta compulsa: ¿alguien imaginó a comienzos de 2011 un pleito como el que está planteado para el 11 de agosto? ¿Sosa discutiéndole a Brizuela la candidatura a diputado nacional? ¿Tomassi dispuesto a doblegarlo en el recuento final o Barrionuevo con ganas de sacarle, entre ellos, el invicto que parecía eterno?
A partir de estos presupuestos hay que analizar el presente y el futuro de Eduardo Brizuela del Moral.
Si gana habrá festejos contenidos. Es que no recuperará el poder que resignó hace dos años y medio. Cuando más, contribuirá a la recuperación de la UCR y a plantear una mejor elección provincial de medio término el 27 de octubre.
Si pierde, en cambio, puede ser catástrofe. Aunque la derrota sea por un voto, su estrella comenzaría a languidecer irremediablemente, quizá con mayor vértigo que otros exgobernadores.

La posibilidad de un fin de ciclo

La gran encrucijada del candidato radical, en síntesis, más tiene que ver con la UCR que con la sociedad en general.
Es que la eventual derrota a manos de Néstor Tomassi o Luis Barrionuevo en octubre -ni hablar si cae en agosto frente a “Chichí” Sosa- terminaría con la forma de hacer política del radicalismo en el último cuarto de siglo.
Por empezar caería el llamado consenso para elegir candidatos, mecanismo que dio buenos resultados a lo largo de dos décadas, pero que en el fondo significa arreglo de cúpulas que, hace cien años atrás, condenó el padre del radicalismo argentino: Hipólito Yrigoyen.
En segundo lugar se apurarían los tiempos de la renovación dirigencial que tarda en llegar. Con Brizuela del Moral también se vendría abajo el reinado castillista y el jefe supremo de ese sector, Oscar Castillo, tendría serios inconvenientes para lograr su propósito no confesado: renovar en 2015 la banca de senador de la Nación hasta fines de 2022.
Ipso facto ganarían posiciones quienes bregan, desde hace años, por democratizar la UCR a través de elecciones internas para cargos electivos que, sistemáticamente, son negadas desde el 11 de mayo de 1987. En ese escenario, precisamente la figura del diputado José “Chichí” Sosa cobraría relieve importante por haber sido el único, sin medios logísticos o económicos, que se animó a disputarle una interna, aunque más no sea ésta por la candidatura nacional.
No es difícil imaginar el futuro inmediato dentro de la oposición. Un triunfo, es cierto, le servirá a Brizuela y, complementariamente, a Castillo. También al grupo que viene usufructuando los cargos, del que únicamente se salvan de la crítica, por presencia y trabajo, la diputada Marita Colombo y el senador Jorge “Yayo” Agüero. Pero la realidad es que en Catamarca, al menos hasta el 10 de diciembre de 2015, seguirá gobernando Lucía Corpacci.

La banca no deseada

Los avezados en “radicalismo” saben perfectamente que esta candidatura del ingeniero Brizuela del Moral no se ajusta a sus pretensiones. Después de haber llegado al máximo nivel -el de gobernador, por legítima decisión del pueblo-, tener que ser uno más entre más de 250 legisladores no lo vuelve loco ni lo desvela. Únicamente le sirve como paso previo a un eventual regreso a los primeros planos, lo que se concretaría con una candidatura a gobernador en 2015.
Si no se produce una verdadera hecatombe, como podría ser que “Chichí” Sosa “lo acueste” el domingo 11 de agosto, Brizuela, por mayoría o minoría, tendrá asegurada una butaca en la Cámara de Diputados de la Nación. Lo que sería un premio para cualquier político, para el exgobernador puede convertirse en un tormento de dos y/o cuatro años.
Es que en el enclave político que hoy preside el bonaerense Julián Domínguez hay 8 ó 10 figuras que sobresalen y ocupan todos los espacios en los medios de comunicación. Los demás son números. Y ése precisamente es el destino que le espera a un exgobernador que no observa las cualidades básicas de un legislador sobrio. No se le conoce proyecto alguno (cuando estuvo en el Senado de la Nación, entre 2001 y 2003, pasó sin pena ni gloria) y la retórica no es su fuerte. Por supuesto, Brizuela podrá decir que quienes le competirán el 11 de agosto y, ulteriormente, el 27 de octubre, tampoco son un dechado de virtudes en las materias expuestas. En tal caso, habrá que darle la diestra.

La batalla previa

Aunque la suerte del candidato radical -sea quien sea- quedará resuelta hacia la noche del 27 de octubre, necesariamente hay que pasar por el filtro de las primarias abiertas, simultáneas y obligatorias (PASO) que se realizarán el 11 de agosto.
Allí se aclarará considerablemente el panorama y, de ninguna forma, están descartadas las sorpresas. ¿Sacará tantos votos Brizuela del Moral, de afiliados y no afiliados, como para no dejar dudas que la UCR no necesita renovarse? ¿La cosecha del oponente José “Chichí” Sosa será tan magra como para clausurar sus aspiraciones de forzar al diálogo puertas adentro del Partido?
A exactamente 22 días de los comicios no creemos que la interna radical dentro de las PASO se vaya hacia los extremos, y en este caso estamos hablando del diputado Sosa que, con su Corriente Progresista Radical (CPR), tiene militancia, ha ganado experiencia y logrado penetrar en los espacios jóvenes. Además, cuenta con potenciales candidatos en casi todos los departamentos y hasta podría ganar una intendencia (de las dos que se ponen en juego), en este caso la de Mutquín.
Si bien sabe que le toca remar en contra de una corriente bravía y debe dar batalla a un exgobernador y a un senador de la Nación que, más allá de peso propio, juntos disponen de toda la estructura logística y económica del Partido, también es consciente que hasta perdiendo puede convertirse en referente obligado de la oposición interna, puesto que parece estar vacante.
Si este legislador provincial, sin más medios que la militancia y sus propias convicciones, consiguiera un porcentaje significativo de votos a lo largo y ancho del territorio, las malas noticias para Brizuela del Moral -como lo dijimos anteriormente- tocarían sus puertas. Y en este dilema está su gran encrucijada: no solamente importa su propia producción, sino la de su antagonista.
¿Cómo puede hacer que afiliados y ciudadanos independiente no se vayan a tentar de elegir la boleta de “Chichí” en el cuarto oscuro? Es más o menos como si en el fútbol alguien intentara patear el córner y, en la misma jugada, hacer un gol de cabeza.

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