DESDE LA BANCADA PERIODÍSTICA

Lanata lo dijo; lo dijo Lanata...

sábado, 6 de julio de 2013 00:00
sábado, 6 de julio de 2013 00:00

Por Víctor Leopoldo Martínez (*)

Por primera y única vez dediqué parte de mi tiempo y vi -mejor dicho soporté- algunos de los segmentos de un programa que, sin lugar a dudas, es la muestra más acabada del nivel de decadencia en el que sumió el monopolio de Magnetto al medio audiovisual a nivel nacional.
Digo esto por sus innumerables tentáculos de largo alcance en términos de provincias. La clase media sigue hablando mucho de este programa, pero mi intuición y el conocimiento del personaje, hasta el domingo pasado, me habían evitado verlo.
Pero lo vi. Y me quedó en claro que esta versión periodística dominical de horario central no es un caso aislado y sí un eslabón más de una estrategia continental manipulada por ese engendro gremial-patronal que aglutina a los propietarios de medios de todo el continente llamado SIP (Sociedad Interamericana de Prensa).

Modus operandi

Con la atractiva modalidad de acrecentar prestigio a través de capacitaciones en el extranjero, los operadores del grupo Clarín en realidad cooptaron y lograron formar sirvientes de otros poderes (poco importa cuáles, pero desde ya todos económicos) para trabajar desde el “cuarto poder”. Hoy se puede ver el éxito de este emprendimiento en los resultados del accionar mercenario que desarrollan estos galardonados en el extranjero y que operan en la pantalla chica. Son personajes conocidos (a medias) que llevan adelante una tarea deformadora de manera sistemática en esta no tan nueva cara, pero si la más banal de los medios de incomunicación.
El tiempo siempre fue el encargado de desnudar al inconsciente humano cuando éste logra por fin desprenderse de la hipocresía. La nueva adquisición marquetinera del grupo monopólico de marras, cosechadora del trabajo señalado en el párrafo anterior, tiene nombre y apellido, Jorge Lanata.
El fabricado éxito (no hay que olvidar que la mayor creadora de “éxitos” y “exitosos” -que sólo son tales en el mundo de lo virtual- es la televisión) de este personaje otrora autovendido como modelo periodístico de izquierda no es más que eso, otro producto más de consumo para una clase media compradora de estupideces por esa deformación adquirida en esos 25 años (1976-2001)de aplicación del modelo neoliberal individualista de vida. Con formato cultural, desde ya.
Solo basta escuchar de sus bocas el remanido “Lanata lo dijo, Lanata lo dijo...” para comprobarlo.
Imposibilitados de pensar por sí mismo, Lanata piensa por ellos; los ilumina con sus “investigaciones” y “denuncias” y les indica el camino para que dejen de ser idiotas (aunque estos no se percaten de esta “noble consideración”; o trato que el periodista les dispensa).
En su programa queda claro que es el único vivo, dentro de un mundo de imbéciles, que él los esclarece para que descubran dónde están los “cucos” que los acechan. La tarea tiene un objetivo concreto y lógicamente un costo que sus incautos adoradores jamás se enterarán. Así le entrega servido el rebaño a Magnetto para que siga operando en consecuencia. Seguramente que cuando todo salte por el aire, Lanata creerá que volverá a caer parado. Pero por ahora no se dio cuenta que su modus operandi ya lo está haciendo un ser poco confiable, incluso hasta para el propio Magnetto. Los mafiosos no confían ni en su madre, dicen por ahí.
El impoluto, el pulcro periodista, el incorruptible hombre de medios, tiene su propio sello -de soberbia- y ese aire prefabricado por su propia mitomanía, de estar más allá del bien y del mal. Se llama Jorge Lanata.
Con el despecho que su ego le hizo aflorar, luego de que los Kirchner llegaran al poder y lo dejaron afuera (por algo habrá sido), y su inteligente oportunismo que siempre le sirvió para llegar a ser un producto exitoso dentro de ese proyecto político que fue el neoliberalismo, Lanata, cual Fausto, vendió su alma al propio Lucifer -Magnetto- a quien combatía en otros tiempos con otra careta ideológica desde el programa “Día D”.
Esta “panquequeada” no es casual. No hay que olvidar que Jorgito nació a la fama con la recuperada democracia, pero como hijo putativo y producto del no anulado ideario sembrado por el proyecto económico nacido en el “76”. Colgado de la renovada versión de aquel -hoy jaqueado- proyecto, está sirviendo al jerarca de Clarín -otrora demonizado por él mismo-, algo por demás interesante en términos económicos personales ya que le está permitiendo engrosar su “patrimonio” con jugosas ganancias. Despliega una tarea mediática de mercenario francotirador con furiosos ataques moralistas hacia el gobierno nacional. Armado con denuncias de corrupción, cuando no falaces y prácticamente indemostrables, en un claro juego político que busca dañar al hoy oficialismo gobernante, Lanata evidentemente defiende intereses claramente inconfesables.

La cultura del rating

En el programa de este último domingo, 30 de junio, por lo visto, le tocó el turno a la cultura. Frase tras frase y con apoyo zocalero del productor periodístico, se encargó de rebajar el valor de las producciones nacionales que desde el ámbito cultural se generan y el Estado apoya, intentando demostrar la supuesta inutilidad de estas inversiones munido de la varita mágica llamaba rating.
Pero “sin querer queriendo”, el Sr. Lanata cayó en su propia trampa y se ubicó en el lugar donde siempre quiso estar.

“Lo dijo... Lanata, lo dijo”.

El hoy “estilizado” periodista demostró en una clase televisiva para opas que todo aquel emprendimiento cultural que el Estado respalde y que esté por debajo de los tres puntos de rating, dicho en su habitual lenguaje de hombre liberado de prejuicios, no es una inversión sino “un gasto al pedo”. En otros términos, la calidad cultural de cualquier producción nacional debe ser medida por el grado de aceptación (rating) que tenga en los supuestos opas que, por ejemplo, ven un producto cultural como el que él produce. La cultura es show, sino, no es cultura.
A Lanata no le preocupa “la guita de los porteños” que Macri toma para “invertir” en traer a un “maestro oriental” que “eleve tanto al gobernador de la ciudad como a los porteños en general espiritualmente”. Pero sí le jode que se “gaste” guita en expresiones culturales nacionales. Lo de Macri es una “inversión”; lo del gobierno nacional es un “gasto al pedo”.
La cultura vale en tanto las mediciones de rating den por encima de los 10 puntos y tanto los porteños como los del Gran Buenos Aires (que son a los que acuden las medidoras de audiencia) estén dispuestos a perder el tiempo sentados frente a un televisor para aprobar o desaprobar un producto. Interesante manera de ver y entender lo que es cultura. Mejor dicho una exacta valoración de lo que es la cultura nacional y latinoamericana realizada en términos neoliberales de costo beneficio realizada por el impoluto Lanata.
En la volteada cayeron desde Coscia (secretario de Cultura de la Nación), hasta Fito Páez, pasando por Teresa Parodi, Víctor Heredia, La Mancha de Rolando, el INCAA, Canal 11, la Televisión Pública, etc., etc.
Quién o quiénes de los supuestos opas que ven a Lanata podrán valorar adecuadamente a un coplero de Laguna Blanca que podría bajar a cantar en el Festival del Poncho catamarqueño si lo tiene que hacer con los códigos que Lanata baja en su programa.
¿Para qué “gastar” en algo que no les interesa a los porteños y bonaerenses del 1er y 2do cordón del Gran Bs. As.?
“Lanata lo dijo...”. Está bien. Para él y por qué no para nosotros que, gracias a Dios, entendemos la cultura nacional de otra manera, parados en las antípodas de este decadente comunicador, en ese humilde lugar que nunca tiene rating.
Seguramente a Lanata también le resultará difícil entender el por qué muchos de nosotros seguimos trabajando en ella (la cultura nacional) aunque este gobierno no sepa quiénes somos ni se acuerde que existimos, pero sí se acuerde de otros argentinos-. Solidaridad sin egoísmos creo que le dicen; amor por el otro, por el par que pone sus ojos en lo nacional, en sus miserias y en sus grandezas para devolvérselas como hecho cultural a su productor u originador que es el pueblo mismo.
En fin..., formas de entender la cultura.

(*) Documentalista y director de EL EMILIO (Publicación digital)

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