Columna política

martes, 20 de agosto de 2013 00:00
martes, 20 de agosto de 2013 00:00

El nuevo ministro de Desarrollo Social, Francisco Gordillo, tendrá una ardua tarea en el cargo que asumió el viernes pasado. Además de lidiar con la demanda diaria de la población en situación de vulnerabilidad, punteros, proveedores y otros habitués del organismo, deberá abocarse a la imprescindible modificación de una estructura que diseñó hace más de un lustro la exministra brizuelista Marta Torres de Mansilla, a fin de adecuarla a los tiempos actuales. La exfuncionaria había producido cambios significativos en la vieja secretaría de Acción Social en el marco de su jerarquización a nivel de ministerio y, tras su eyección del gobierno radical y de la vida política al haberse descubierto que comida para los pobres sirvió para alimentar a chanchos, el ministerio fue “desguazado” durante la gestión de José Omar Vega, y algunas de sus dependencias -y presupuestos- absorbidos por otras áreas.

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El paso del intransigente Oscar Pfeiffer por el área social no modificó sustancialmente el panorama. La mayoría de las direcciones se limitó a seguir ejecutando -en el mejor de los casos- los programas que heredó del Frente Cívico y quedó solo en anhelo la idea de aggiornar la organización interna. Por ejemplo, hay áreas que en la práctica se superponen en sus funciones, mientras se adolece de otras que son parte del proyecto político nacional, como las que se dedican a la temática de género y diversidad.

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Gordillo tiene también como responsabilidad el cumplimiento de todo lo referido al Sistema de Protección Integral de Niños, Niñas y Adolescentes, a través de la incorporación de áreas que antes dependían de la Justicia de Menores. Uno de los aspectos más problemáticos de esta tarea es el referido a los chicos en conflicto con la ley penal, a quienes aún no se puede contener satisfactoriamente por la falta de recursos y de instalaciones adecuadas.

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