Apuntes del secretario

miércoles, 25 de septiembre de 2013 00:00
miércoles, 25 de septiembre de 2013 00:00

Tarde o temprano, como sucede invariablemente en los procesos electorales, iba a ocurrir. No podía faltar, para asociarlo con la violencia o el patoterismo, la denuncia de la UCR contra el peronismo. La vieja metodología castillista de victimarse, que le dio muy buenos resultados en 1991 ó 2003, cuando se suspendió la elección en la que supuestamente se quemaron urnas, esta vez fue una maniobra burda que no convenció a nadie. Ocurrió en la tarde-noche del martes, cuando referentes de algunas líneas internas llegaron hasta el comité provincial -Chacabuco al 700- para expresar su disconformidad con las listas que, en perfecto reparto de candidaturas para amigos y familiares, confeccionaron el exgobernador Brizuela del Moral y el senador Oscar Castillo. Junto a ellos, lo hicieron “barras” que, al son de bombos y redoblantes, repudiaron varias designaciones y estamparon pintadas ofensivas en las paredes del edificio. Y allí surgió la avivada: en boca del dirigente Alfredo Marchiolli, de Eduardo Brizuela del Moral y de la eterna candidata del “consenso”, María Teresa Colombo, se acusó al gobierno de armar la movida y meterse en la vida interna del Partido. Con credibilidad cero, alcanzó apenas para los titulares de los diarios. Una pelea de borrachos resultaría más cruenta que lo denunciado como escándalo.

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¿Quién puede creer que se vaya a ejecutar violencia desde un gobierno que, desde el día de su asunción, proclamó la unidad de todos los catamarqueños, no despidió a un solo empleado público por pensar diferente, tolera hasta las manifestaciones más incomprensibles y hasta convocó a representantes de diferentes credos políticos a participar de la administración del Estado? ¿O no fue ese el discurso y la conducta de la actual gobernadora en casi dos años de mandato? Pero más allá de la irresponsabilidad de la denuncia, la convocatoria al reclamo fue originada por las diferencias internas que hoy tiene la oposición y que, a viva voz, la expresaron sus dirigentes. Aparte, como muestran las fotografías, los revoltosos pertenecen a una facción de la barra de Villa Cubas que, en su tiempo, fue armada y subvencionada por el propio Frente Cívico. El grotesco tiene otros condimentos: ¿Si la convocatoria se conocía por los diarios y las redes sociales desde hacía 72 horas, por qué orgánicamente la UCR no tomó medidas para evitar potenciales disturbios? ¿O los chispazos podían servirle al castillismo para sacar del centro de la escena el malestar indisimulable que existía y existe por las candidaturas? Si ese fue el objetivo, lo consiguieron apenas por unas horas. ¿O acaso hoy Víctor Luna, Rubén Herrera, Gustavo Jalile, Ricardo Boggio o Marita Colombo despiertan entusiasmo y esperanzas de un cambio dentro de la UCR?

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En paralelo a la denuncia contra el gobierno, y más específicamente contra el villacubano “Nico” Verón, candidato del Frente para la Victoria, los voceros radicales salieron a barruntar que se ha sellado la unidad y pusieron como ejemplos a destacar la participación en las listas de Hugo Melo, como expresión peronista, y de Ernesto Álvarez Morales, a quien califican como el representante de las minorías. Toda una ironía, si consideramos que el gremialista bancario fue ubicado en el décimo lugar y Álvarez Morales un escalón más abajo, con lo cual sus ingresos a la Cámara de Diputados dependen de una performance excepcional del Frente Cívico, muy superior a la que observó el pasado 11 de agosto. Con los votos conquistados, ese día entrarían los nueve primeros, es decir que Melo quedaría “en la boca de la tronera”, como dicen los billaristas.

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Aunque no haya comunicación oficial ni fecha determinada, la presidenta de la Nación podría volar a Catamarca en la primera quincena de octubre. Lo haría para apoyar a los candidatos del Frente para la Victoria y reafirmar que, tal como lo refleja el proyecto de Presupuesto que comenzó a debatir el Congreso de la Nación, la provincia será una de las mayores beneficiadas en planes, obras y asistencia durante 2014. De esta manera, de confirmarse esta especie, se ratificaría plenamente el alineamiento provincial con la Casa Rosada.

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No le va bien al intendente andalgalense con los temas mineros. Quedó palmariamente demostrado con la visita que, hace dos semanas, hicieron miembros del Instituto Argentino de Nivología, Glaciología y Ciencias Ambientales (IANIGLA) al coloso montañoso del Aconquija. La incursión, que se realizó en cumplimiento a lo estipulado por la ley 26.639 para la preservación de glaciares y del ámbito periglacial, no tuvo en cuenta el itinerario que pretendía Alejandro Páez, en orden a que se observara in situ la zona de los proyectos Agua Rica y Filo Colorado. Los científicos del IANIGLIA, doctora Julieta Carrilla y geólogo Mariano Castro, apenas cumplieron con los saludos protocolares en la comuna y, acompañados por los veedores del intendente, Aldo Banchig y Pablo Toranzo, marcharon hacia el nevado, pero sin atender la exigencia de estudiar si los yacimientos se encuentran en zona de glaciares, lo que cualquier andalgalense mínimamente informado sabe que no es cierto. Las caras largas por los resultados fueron visibles en los principales despachos comunales. Nada es que los visitantes no se sometieron a caprichosos designios sino que, tras estudiar la zona nevada -a 15 kilómetros de Agua Rica-, completaron su periplo regresando por la ciudad de Santa María. Nada que ver con informes en directo.

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El intendente tampoco tuvo suerte con un pedido de allanamiento al predio de Agua Rica que le hizo al juez Rodolfo Cecenarro, quien, para rechazarlo, señaló que no estaba correctamente realizado. La empresa no tendría problemas que representantes del municipio vayan a su campamento pero, aclararon, siempre y cuando se respeten las normas de seguridad que existen para empleados y visitantes en pos de consolidar el objetivo “accidentes cero”. Ni la comuna ni el IANIGLIA, cabe destacarlo, enviaron solicitud de permiso ni los nombres de las personas que lo harían, con lo cual Páez sufrió dos reveses en serie. Igualmente, llamó la atención que ni la secretaría de Minería ni la secretaría de Ambiente dieran señales de vida sobre los estudios llevados a cabo en la zona.

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De la política andalgalense. La “calentura” que inunda a los radicales se contradice con los cantos de unidad que se entonan desde la Capital, especialmente por boca de Brizuela del Moral. Ayer sacaron un comunicado, en el que expresan el más absoluto repudio a las decisiones tomadas, a las cuales consideran una trampa virtual y la exaltación de la falta de ética. Firmado por Roberto Olivera, integrante de una familia radical de larga tradición, se indica que el día lunes 16 de septiembre -a horas del cierre de las listas- les comunicaron que, a cambio de lo que había propuesto el comité departamental, y que había sido aprobado por la Convención del día 14, le otorgaban a Alcira Moreno el octavo puesto entre los postulantes a diputado. Estiman que se trató de un “cambalache” inaceptable.

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RECUERDOS HACIA EL PRESENTE. Como todos los jueves, cerramos los “Apuntes” con el repaso de hechos políticos ocurridos hace 25 años.
El 2 de octubre de 1988 se realizaron, en la provincia, las elecciones para elegir el reemplazante del fallecido exgobernador Vicente Saadi. Participaron nada menos que diez partidos políticos y los candidatos fueron Ramón Saadi (Partido Justicialista), José Alberto Furque (UCR), Joaquín Ignacio Ávalos (Movimiento Popular Catamarqueño), Simón Hernández (Movilización), Pablo Sánchez (Partido Intransigente), Alejandro Galíndez (Unidad Socialista), Raúl Díaz Belmonte (Unión de Centro Democrático), Gilberto del Valle Tula (Partido Demócrata), Jorge Daniel Severini (Izquierda Unida) y Hugo Eugenio Cortez (Humanista y Verde). La victoria, como está escrito en la historia, correspondió a Saadi por el 57% de los votos. En segundo lugar, quedó José Alberto Furque que, con el 35%, ratificó la base electoral que tenía la oposición. Los demás participantes llegaron a cifras exiguas, tanto que Joaquín Ávalos y Simón Hernández apenas traspasaron el 1% de los votos. El ganador, al final de aquella jornada, dijo: “La responsabilidad es ahora mayor”; mientras Furque le contestó desde un apesadumbrado comité radical: “Hay derrotas que honran y triunfos que no merecen respeto ni aplausos”. De alguna manera, casi simbólicamente, se iniciaba en aquel momento una sórdida lucha que iba a terminar con la Intervención Federal el 17 de abril de 1991.

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