Con entereza
Los momentos de sorpresa, dolor y acción inmediata frente a la catástrofe que vivieron los pueblos de El Rodeo en Ambato y Siján en Pomán, en general ya pasaron. De este lapso queda dar con el paradero de las personas que aún no se hallaron, con expectativa temerosa. Viene ahora una etapa muy larga y difícil, que es la de la reconstrucción. El temporal afectó no sólo a esas dos localidades, sino también -aunque en menor medida- a muchas otras poblaciones de la provincia. Y las consecuencias son dolorosas, en primer lugar por las muertes y después por las pérdidas materiales. Aquí podemos abarcar a quienes perdieron lo poco que tenían, a quienes se quedaron sin su producción, las tierras cultivables y las herramientas, y a quienes se les arruinaron las casas de veraneo y vehículos. Esta graduación no significa desconocer el sufrimiento de todos, aunque –sabemos- no es lo mismo perder lo básico que perder lo suntuoso.
Cuantos protagonizaron lo sucedido han quedado conmocionados y será muy duro para cada uno de ellos salir adelante. Además, desde el punto de vista social, las comunidades también tendrán serias dificultades para superar lo vivido. Hay que volver a levantar casas, recuperar escuelas y otros edificios públicos, despejar calles. Los gobiernos municipales, el provincial y el nacional tienen un rol fundamental, pero por más dinero y celeridad que pudieran poner en sus tareas, la acción demandará un largo tiempo.
A diferencia de catástrofes anteriores, ésta se produjo en el marco de una realidad marcada por la tecnología, lo que facilitó el espontáneo armado de campañas solidarias y coordinación de acciones para la búsqueda de soluciones requeridas. Pero esto puede llegar a ser una fuente de tensión que provoque un efecto contrario al del objetivo de ayuda eficaz que se hayan propuesto.
Por eso, esperamos que la reconstrucción se lleve adelante sin confrontaciones, coordinando acciones con la mayor eficacia posible.