La convocatoria a la conformación de una comisión multidisciplinaria que deberá abordar en un lapso de 60 días, que ya están corriendo, una ronda de consultas para enriquecer el proyecto de ley que impulsará la reforma de la Constitución de la provincia, no puede pasar desapercibido para todos y cada uno de los ciudadanos de Catamarca. Es una oportunidad que se da pocas veces en la historia y donde se sentarán las bases de las normas democráticas que regirán el futuro de la provincia.
Ya es alentador el amplio abanico que se ha cubierto entre las entidades convocadas a participar a los efectos de tener un panorama desde los distintos aspectos de la sociedad, con lo cual se tratará de abordar una multiplicidad de materias sobre las que trabajar para generar una carta magna acorde a los tiempos que se viven, y a los que vendrán.
Para ello, la discusión necesariamente tiene que ser abierta, ordenada y abarcativa. En su discurso del pasado 18 de septiembre, la Gobernadora trazó los lineamientos generales de las modificaciones esenciales sobre las que, si bien son en su mayoría incuestionables, sólo la variedad y diversidad de voces y de opiniones harán que la nueva norma sea el reflejo de lo que la sociedad catamarqueña en su conjunto quiere como marco normativo para vivir en democracia.
La última reforma que se efectuó en la Constitución local en 1988 en medio de las controversias entre el oficialismo gobernante y la oposición, apuntaba básicamente a instaurar el sistema de reelección indefinida. Lo cual, por esas cosas de la historia, terminó beneficiando al radicalismo, que se había negado a participar de la convención.
Que la reforma es una necesidad, es indiscutible. También lo es que dándole la espalda al debate sólo se conseguirán beneficios sectoriales cuyo costo pagarán las futuras generaciones. Participar y enriquecer el debate es el desafío.