El aspecto educativo

domingo, 15 de octubre de 2017 00:00
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Sólo la semana pasada dos graves hechos policiales coparon las tapas de los diarios catamarqueños. Uno -el “nuevo”- fue el femicidio de una joven mujer en Sumalao, Valle Viejo.

Su novio, aparentemente por celos, la atacó y la mató desnucándola delante del mayor de los tres hijos que tenían en común, quien en vano trató de defenderla.


En medio de la conmoción por el caso, se comenzó a juzgar a una pareja por el asesinato a sangre fría de un tercero en lo que se conoció como el “crimen del motel”: un examante desprevenido que fue emboscado por su anterior novia, quien había vuelto con el esposo que no toleraba la “infidencia” cometida mientras estuvieron separados.

¿La respuesta? Apuñalarlo por la espalda con la participación de su mujer, a quien todos señalaron como víctima de violencia física y psicológica.


Más allá de las circunstancias particulares de cada uno de estos dos sucesos, ambos comparten rasgos en común: mujeres envueltas en relaciones aparentemente normales -por lo que se dice no hubo, antes de los crímenes, episodios de desmesura-, pero que configuraban tramas de profundo dominio machista, con un largo historial de control y sojuzgamiento que hicieron mella física y psicológica en las involucradas, claramente sin posibilidad de escapar.


Lamentablemente, estos casos ganaron visibilidad por su fatal brutalidad, pero son historias frecuentes que se suceden en muchos barrios de la Capital y el interior de la provincia. Los que se conocen son porque algunas se animan a denunciar.


La problemática de la violencia de género y de quienes la padecen, a veces entregando su vida cuando se rebelan ante el patriarcado, viene ganando visibilidad creciente por movidas como las marchas #NiUnaMenos, a lo que se suman las campañas que en diferentes espacios buscan ensayar estrategias para contenerla.


También se avanzó en ámbitos de abordaje específico -como el hogar Warmi, que ofrece refugio en momentos de crisis-, pero siguen faltando acciones coordinadas y a nivel macro.


Parte vital de este trabajo que se adeuda es el orientado a incorporar la temática de las mujeres víctimas de violencia en las escuelas.

Sólo con contenidos específicos, transversales y de complejidad creciente, podrán comenzar a desmontarse miradas sobre la mujer de honda raíz cultural, tarea sin la cual cualquier otro remedio será apenas un paliativo para hechos consumados.

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