Una vez más y ante la inminencia de los días determinantes para Fermín, la comunidad catamarqueña se ha puesto sin ninguna clase dudas a la altura de las circunstancias para demostrar que es capaz de grandes cosas cuando hay un común denominador que la encauza. 

Las divisiones u hondas diferencias que puede crear el parecer político -no vamos a hablar de ideología todavía-, la geografía, el poder adquisitivo, la parquedad o la candidez no han podido hacer ninguna clase de mella en el sueño creciente de que un niño catamarqueño pueda tener en sus próximos años la mejor calidad de vida posible que pueda otorgar la medicina y la ciencia, amén del amor incondicional de su familia.

El Esquiú.com no se vanagloria de tener capacidad de convocatoria o de tener el sentido humano de generar espacios para campañas como la de Fermín, que tienen un único fin solidario.

El mérito de esta iniciativa corresponde por entero a quienes del otro lado depositan día a día su confianza en la información y la respuesta de este medio.

Quienes incluso llegando a fin de mes en un país que no perdona esos días finales, aún así han decidido dar el paso adelante y quienes han llegado con total predisposición solidaria a dar una mano para que Fermín pueda costear su operación. 

En pocos días más, la denominada “urna de los cien pesos” se abrirá en una transmisión en vivo desde la recepción del diario con la familia de Fermín presente para contar en vivo las donaciones y esperar todavía más sorpresas. 

Pero el trabajo está prácticamente completo. Y esto es un detalle mayúsculo del que cada argentino que ha colaborado o incentivado a la colaboración -porque hay quienes quizás no pudieron colocar dinero, pero pusieron espíritu y oratoria para generar solidaridad- puede sentirse orgulloso de lo que se ha logrado. 

La campaña total por Fermín, de punta a punta, desde el inicio, pasando por la histórica peña en el Predio, hasta este último esfuerzo, seguramente pasará al recuerdo colectivo como una evidencia palpable, tangible, de que las cosas en apariencia imposibles sí se pueden lograr.

Nadie podrá decirnos “no, no se puede”. De eso, quizás, sí nos vanagloriamos.