El Secretario
La Confederación General del Trabajo evalúa un nuevo paro general para el mes próximo, que sería de 36 horas con movilización, y representaría la quinta medida de fuerza con alcance total desde que Mauricio Macri asumió la presidencia. El objetivo de la protesta es el mismo que en los reclamos anteriores: exigir un golpe de timón en las políticas económicas que están castigando a los asalariados, además de algunos pedidos puntuales como la prohibición de los despidos hasta marzo del año que viene, paritarias libres y aumento en las jubilaciones. La nueva huelga puede generar toda clase de reacciones, menos sorpresa: desde el último paro se sabía que vendría otro y la única incógnita era cuándo se realizaría. Más inflación, más tarifazos y cierres de fábricas aceleraron la decisión. Como contrapartida, las máximas autoridades solo se ocupan de ratificar el rumbo e insistir en que se tomó el camino correcto en cada ocasión que se les presenta. Existe también, claramente, un componente político, marcado tanto por la cercanía del proceso preelectoral como por la guerra no declarada que -justicia mediante- mantiene Casa Rosada con los pesos pesados del sindicalismo.
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Llegarán así análisis previsibles desde el oficialismo, que recordará que no se ayuda al país paralizándolo, que hay una motivación partidaria detrás de la convocatoria y que los costos del paro representan un perjuicio para todos. Sin embargo, la huelga general asoma como una de las pocas herramientas que les quedan a los trabajadores, en medio de una crisis que avanza sin la menor piedad por encima de los sectores menos favorecidos económicamente. La canasta familiar, los servicios básicos, los costos del transporte y medicamentos, todo se triplica mientras los sueldos permanecen estancados y son millones los compatriotas (y comprovincianos) que se endeudan y sufren el día a día en una lucha que se limita a la supervivencia. Casa Rosada se mantiene imperturbable en su marcha, sin gestos de diálogo ni apertura, sin revisar ninguna medida y sin ofrecer señales de registrar la dura situación que atraviesa la mayoría del país. En ese contexto, cabe preguntarse si el paro es en su esencia impulsado por la CGT o por el propio gobierno.