Un inesperado y enérgico retorno se presenta en el mapa sanitario, y es el de la sífilis, una enfermedad que durante siglos resultó indeseable compañera de la evolución de la humanidad en distintos continentes, y reaparece con inusitada fuerza cuando ya había quedado muy relegada -sino como afección- de las preocupaciones centrales en materia de salud pública.
La eficaz presencia de medicación y tratamientos capaces de dominarla, habían retirado la sífilis del escenario de las enfermedades que mayor temor generaban en la sociedad, para quedar reducida apenas a una incomodidad, a lo sumo causante de cierto pudor por su naturaleza de mal transmisible por contacto sexual.
Hoy el panorama es diferente, y existe una creciente preocupación por la cantidad de casos que se registran, con un detalle extra: los números revelan un incremento muy fuerte en pacientes adultos, y también una alarmante incidencia de casos que se transmiten de la madre embarazada al bebé que está gestando.
Aunque nunca se fue, puede decirse que la sífilis ha vuelto, si por ese regreso se interpreta la  fuerza y el protagonismo que actualmente muestra, acaso impensado si se contempla la batería de armas con las cuales puede ser combatida en la actualidad.
Ahora se procura alcanzar un diagnóstico más rápido, porque es insuficiente la información con que cuenta la población -en particular los adolescentes- y por ende son pocas o ninguna las precauciones que adoptan para evitar contagios.
Los resultados de la situación están a la vista, y no se trata de un fenómeno local o nacional, sino mundial.
Es todo un detalle que ahora se haya iniciado un plan piloto en la Maternidad Provincial “25 de Mayo”, que tiene por fin prevenir la expansión de la enfermedad en recién nacidos.
El panorama no deja de causar impacto, y ratifica que algo está fallando en materia educativa, si a tantos enemigos nuevos de la salud, se le suma uno tan viejo y conocido.