Histórico

jueves, 4 de octubre de 2018 00:00
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El retorno a Catamarca de las reliquias de Fray Mamerto Esquiú, constituye un hecho histórico para la provincia, que por su magnitud excede incluso el aspecto estrictamente religioso.
El Orador de la Constitución, máxima figura catamarqueña de toda la historia, protagoniza un episodio cuyo significado y simbolismo es realmente profundo, y adquiere un matiz especial, casi de reivindicación, para un pueblo que de manera absurda fue despojado del corazón del fraile.
Cuando Esquiú fue exhumado, como se sabe, se halló su corazón incorrupto, que permaneció en el convento de San Francisco hasta aquella fatídica tarde de enero de 2008, cuando una persona que no estaba en su sano juicio, rompió la urna y se lo llevó, presumiblemente para arrojarlo a la basura. 
Nunca más fue recuperado.
Desde hoy los catamarqueños volverán a tener reliquias de Esquiú en su tierra natal, que llegan desde Córdoba, la diócesis que condujo como Obispo, para quedarse aquí por siempre.
El acontecimiento tiene un último detalle que le da relevancia superlativa.
Todo indica que a mediano plazo, quizás antes de lo esperado, el Papa Francisco resolverá la beatificación de Esquiú, para dar final feliz a una causa que lleva más de un siglo de trámites ante El Vaticano. Y esa sería sin dudas la instancia previa a una posterior santificación.
Que Catamarca cuente por primera vez en la historia con un santo, y que sus reliquias permanezcan en esta tierra, será un motivo de orgullo, digno de la provincia que mayoritariamente muestra su devoción a la Virgen del Valle.
Resta todavía camino por recorrer para la concreción de ese caro anhelo, pero hoy se dará un paso decisivo.

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