El proyecto para suspender, por única vez, las primarias abiertas, simultáneas y obligatorias (PASO) si las elecciones provinciales finalmente son adelantadas para el mes de marzo, ya da que hablar. Debe tratarlo la Cámara de Senadores, que lo aprobaría sin mucha discusión por decisión de la mayoría peronista, y pasaría a la Cámara baja donde los escollos son mayores, pero no insalvables. Como lo dijimos en oportunidades anteriores, de consolidarse la idea, el gobierno podría ahorrar dinero que no abunda por estas épocas, pero el problema electoral se trasladaría a los campamentos radicales y de la alianza Cambiemos, donde se mantiene la atomización que dejó la interna fallida del 2 de junio y que, tirios y troyanos, piensan en dilucidar en una primaria. Si se deja de lado tan importante instrumento electoral, el mejor en términos de la democratización de los partidos políticos, a nadie extrañaría que, por primera vez en 36 años, la UCR y sus aliados puedan ir a una contienda provincial con listas separadas. Menudo problema para una conducción que tiene legalidad, pero le falta la legitimidad que le habría otorgado la interna.

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Independiente del “peludo de regalo” que el gobierno le podría tirar a sus adversarios locales, queda demasiado claro que se mantendría la incertidumbre electoral. Con primarias, la fecha tope para anticipar a marzo las elecciones es el 27 de noviembre. Sin ellas, la gobernadora mantendría la facultad, pero podría estar convocando a finales de diciembre y hasta en el mismísimo mes de enero. Algunos radicales, muchos de ellos con amplia experiencia, se quejan amargamente de la falta de certeza que trasmite el gobierno y que impide a las organizaciones políticas tomar previsiones y buscar los mejores caminos para armar la oferta electoral. Tienen razón, como antes la tenían los peronistas cuando fueron rehenes (1997, 1999, 2001, 2003, 2005, 2007, 2009 y 2011) de la conducción provincial del Frente Cívico. En todos esos años, tanto los Castillo (padre e hijo) como Brizuela del Moral, utilizaron el mecanismo de mantener el misterio hasta el último segundo de los plazos legales con el objetivo excluyente de tomar desarmado al rival e impedirle que pudiera llevar a cabo internas para cargos electivos. De hecho, posteriormente, la discusión por esos cargos, fomentaba la anarquía y la dispersión. Como dice el tango, “la historia vuelve a repetirse”.

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Con este juego del “gato y el mísero ratón”, resulta increíble pensar cómo los radicales no aprobaron la reforma de la Constitución que, siendo gobierno, propuso Lucía Corpacci. Con ella se podría haber aniquilado el artículo que facilita este tipo de maniobras y, de la misma forma, se habría actuado con la abominable “reelección indefinida” que permite al gobernador y vicegobernador postularse todas las veces que quieran. En este sentido, hay que acreditar responsabilidades históricas al senador Oscar Castillo y al diputado nacional Eduardo Brizuela del Moral, jefes directos de los legisladores provinciales que decían que era necesaria la reforma, pero a la hora de la verdad, en boca de Marita Colombo, terminaron aceptando que no iban a aprobar el proyecto. Que hoy se quejen, después del antecedente de tener la “mesa servida” y haberla despreciado, no se justifica bajo ningún punto de vista. Comprendemos que, cuando eran gobierno y tenían los votos para hacerlo, no hayan reformado el texto de 1988 que  repudiaron a más no poder. Sin dudas, lo pensaban utilizar y lo utilizaron como arma especulativa en beneficio propio. Ahora, si a la meneada reforma se la ofreció el peronismo de vuelta en el gobierno y ellos en la calle, no aprobarlo fue una ingenuidad pocas veces vista. Por lo tanto, siguiendo el proverbio árabe, “no es tiempo de llorar como mujer, lo que no supieron defender como hombre”.

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Si todavía quedaba alguna duda dónde jugará el senador nacional Dalmacio Mera en los tiempos electorales que se vienen, el miércoles a la noche quedó totalmente despejada. El representante catamarqueño ratificó su pertenencia a la avanzada salteña que, con sus argumentos, pretende instalar a Juan Manuel Urtubey como un posible presidenciable. En la sede capitalina de la provincia norteña, conforme da cuenta el diario La Nación, se realizó el acto al que asistieron los sciolistas Gustavo Marangoni y Santiago Montoya y en el cual Mera actuó como coordinar y “comandante en jefe” del proyecto de su primo, al que se sumaron figuras como Camau Espinola, Pablo Kosiner, Andrés Soto, Juan Bahillo, Daniel Di Stéfano, Elda Pértile Oscar Masías y la exsenadora Marial Laura Leguizamón. También dijeron presentes los sindicalistas Norberto di Próspero y Oscar Romero.

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El gobierno de Catamarca, en la semana que finalizó, ratificó que nunca estuvo de acuerdo con la quita del Fondo Sojero, lo que de alguna manera pretendió instalar el nombrado Mera. Al comentar este tema, que despertó las iras de Gustavo Saadi al punto de decir que su colega legislador “no representa a Catamarca”, dijimos que la provincia judicializó inmediatamente lo que considera un despojo. En esa dirección, el pasado jueves, la senadora Inés Blas interpeló al ministro Frigerio y lo obligó a aceptar que “no todas las provincias estuvieron de acuerdo” y ella, como representante de Catamarca, no resignaba el beneficio del cual también disponían intendentes de distintas extracciones políticas.

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La adscripción de la exdiputada nacional Mariana Veaute (tiene un cargo en el Congreso) a dependencias de la Municipalidad de la Capital no generó demasiados comentarios, pero se trata de otra vergüenza de la clase política. La exlegisladora, que trabajaba en la secretaría privada del exgobernador Brizuela del Moral, fue colocada como segunda de la lista de candidatos a diputado nacional (el primero era Genaro Collantes, que murió y fue reemplazado por Pedro Molas) en la elección de 2009, que ganó el Frente Cívico y dejó como escolta al Frente para la Victoria que, por orden de Néstor Kirchner, postulaba a Dalmacio Mera. De esta forma, desde el anonimato, Mariana saltó al Congreso de la Nación y su performance tuvo perfiles de mediocridad. Al terminar el mandato, en diciembre de 2013, consiguió un puesto de planta en el mismo Congreso, en el que tampoco registra labores que hayan sido destacadas. Ahora, con el mismo sueldo nacional, muy superior al que se pagan en la provincia, ha pedido revistar en el municipio, donde seguramente dispondrá de las licencias que tienen casi todos los adscriptos de este nivel. No la imaginamos trabajando de 7 a 13, como el resto de los empleados, pero, por allí nos equivocamos. En relación a este mismo tema, justo es consignar que el Estado provincial tiene en sus filas a un montón de ñoquis que no cumplen función alguna y fueron favorecidos por un decreto al dejar una diputación, una intendencia o una concejalía. No carguemos las tintas, entonces, solo con la pobre Mariana Veaute, aunque haya vivido cómodamente de la política en los últimos nueve años. 

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Como el fútbol hoy en día está directamente relacionado con la política, comienza a ser tiempo –estamos llegando a fin del 2018- de analizar desde ese lugar la actuación de nuestro representante a la tercera categoría del balompié nacional. San Lorenzo de Alem, la humilde institución de un barrio igualmente humilde, ha redondeado hasta ahora una actuación poco menos que lamentable. Ha ganado un solo partido en más de diez presentaciones y figura en el último puesto de la zona que integra con representantes cuyanos y cordobeses. Es decir, solamente un milagro lo podría conducir a los puestos de clasificación. Sin pretender hacer leña del árbol caído, nos vemos en la obligación de reiterar que proyectos como éstos, alentados por la política (es la que gestiona los recursos), no tienen otro destino que el fracaso y, por si fuera poco, desalientan la práctica del más popular de los deportes. Ver jugar a San Lorenzo de Alem, de local, con las tribunas prácticamente vacías, da mucha lástima. Por San Lorenzo y por la plata que se desperdicia en conformar planteles semiprofesionales de los que participan uno o dos catamarqueños. El camino correcto será volver a las fuentes. Trabajar con las inferiores, gastar el dinero en los chicos y, aunque no sea inmediatamente, a la larga dará mejores resultados y la gente volverá a sentirse identificada con representaciones genuinamente catamarqueñas. Seguir en la misma es hipotecar todo. Ahí tenemos el ejemplo de Unión Aconquija, que no sabemos si todavía existe, o del mismo Villa Cubas, el equipo más popular de Catamarca que, de los torneos de AFA, pasó a disputar las competencias locales con suerte adversa.

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RECUERDOS. Como lo hacemos habitualmente, rememoramos acontecimientos del pasado en este último bloque de los “Apuntes del Secretario”. En la primera semana de noviembre de 1993, con la presencia del exgobernador Arnoldo Castillo, se normalizaba el funcionamiento institucional de la Municipalidad de Belén. El día 5, en forma adelantada, asumía como intendente el señor Hugo Jais, quien había ganado las elecciones del 3 de octubre de aquel año. Inmediatamente hacía jurar a sus colaboradores principales y ponía fin a una conducción que venía ejerciendo el Concejo Deliberante y que provocaba choques innecesarios por la falta de un conductor único. En rigor de verdad, Jais debía asumir el 10 de diciembre, pero se tomó la decisión del adelantamiento por los motivos explicados. También merece recordarse que la situación institucional de Belén era inestable desde el año 1991, cuando fue intervenido por la Intervención Federal. Después hubo elecciones y nueva intervención, esta vez por parte del Concejo Deliberante. Tampoco el senador departamental –Marcos Saadi-, que había sido elegido en 1991 podía en 1993 asumir su banca y recién lo haría en 1994. Con Jais al frente del municipio, en gran medida, las cosas volvían a la normalidad.