Hoy es el Día de la Militancia, con el cual se reconoce especialmente a todos los militantes peronistas, y es una fecha especial dentro del amplio calendario de celebraciones partidarias; que sólo se puede comprender cabalmente si se conoce la historia que le dio origen, y el penoso itinerario que debieron soportar muchos argentinos, por el sólo hecho de identificarse como peronistas.
La militancia es el compromiso que tiene alguien hacia un ideal como lo tuvo Evita con Perón y su pueblo, es el trabajo que surge ante la necesidad de modificar aspectos –en este caso políticos– para llegar a resultado que sean lo mejor para una causa. Es tomar un compromiso basado en convicciones y no en intereses, con el fin de ser protagonistas y no meros espectadores del acontecer social.
Los peronistas tienen como líder a Perón, que fue derrocado en el 55 del gobierno elegido democráticamente. La militancia estuvo presente durante los años de su exilio a través de cartas, grabaciones y comunicados que enviaba Perón a travpes de quienes viajaban a verlo. En las empresas y fábricas se realizaban reuniones –las llamaban clandestinas– pero sólo eran trabajadores que querían enterarse de las estrategias que proponía el General para volver al país y poder votarlo nuevamente. 
El General Perón regresó al país el 17 de noviembre de 1972. El Día del militante surge precisamente por aquella muestra de fervor y lealtad de quienes fueron a darle la bienvenida al conductor y líder de los trabajadores.
Muchos militantes de aquellas épocas de la resistencia ya no están entre nosotros, y merecen respeto por las persecuciones que sufrieron, por la marginación, por no claudicar, al punto que más de uno dejó su vida en esa etapa; con las banderas de la soberanía política, la independencia económica y la justicia social.
Puede pensarse diferente o creer en otros principios políticos. En la diversidad surge la riqueza.
Pero nunca se debe permitir que se menosprecie la tarea del verdadero militante, sea del partido que sea.