Hasta no hace tanto, la figura de Fray Mamerto Esquiú tenía, junto con un reconocimiento institucional enorme -muchas obras llevan su nombre, incluso el Polideportivo de la Capital-, un profundo desconocimiento entre el común de los catamarqueños.

Una anécdota lo ilustra perfectamente. En el informe dominical de la víspera, una docente santamariana contó cómo recién cuando empezó a trabajar en el Este provincial, se enteró sobre el ilustre franciscano. “En el año 2000, en una escuela de El Suncho 18 kilómetros más adentro, había quedado sola, la directora estaba de licencia. Una mamá vino a buscar a los chicos explicándome que los tenía que llevar a una fiesta en homenaje a Fray Mamerto Esquiú. Y pregunto quién era. En Santa María no me habían enseñado sobre él, recién lo conozco cuando vengo acá”.

Es decir: la maestra transcurrió toda su propia formación escolar y luego profesional sin tener una mínima referencia sobre el catamarqueño con mayor proyección nacional e internacional. Una situación seguro compartida por mucha gente.
No obstante, la situación parece empezar a cambiar de la mano de la posibilidad de que el santo varón llegue a los altares, lo que se refuerza con gestos eclesiásticos como el reciente traslado de vestigios de su cuerpo desde la Catedral de Córdoba a la de Catamarca.

Precisamente en el informe mencionado, se detalla sobre un proyecto de alumnos de Casa de Piedra, La Paz, para reconstruir el rastro del último viaje de Esquiú. Una exhaustiva recopilación documental, entrevistas y el uso de modernos sistemas de representación cartográfica permitió armar el itinerario que siguió el franciscano, entonces obispo de Córdoba, por los polvorientos caminos lapaceños, antes de encontrar la muerte en El Suncho.

Que chicos y chicas se hayan interesado en conocer las dificultades de viajar entre las provincias, lo que implicaba la figura de Esquiú para los pobladores, o la búsqueda de una comprensión más profunda sobre los últimos momentos del franciscano en esta tierra, habla de la nueva dimensión que cobra en la consideración popular.

Una consideración que podría alcanzar un nivel impensable si, como se presume, nuestro compatriota en el Vaticano toma una decisión que será también histórica.