33 de mano

miércoles, 21 de noviembre de 2018 00:00
miércoles, 21 de noviembre de 2018 00:00

Días pasados, recibimos en nuestro celular una reflexión desde Francia (París) –gentileza de la amiga y comprovinciana Estela Barrionuevo- en la cual se hace referencia a la ausencia de un amigo de toda la vida que supimos tener:  Don Sentido Común, de quien dice será recordado siempre por haber sabido cultivar lecciones tan valiosas como: lo ético como principio básico, la integridad, la responsabilidad, el deseo de superación, el respeto por los derechos por los demás, el amor al trabajo y el respeto a las leyes, entre cosas. Esto viene a cuento de nuestra añeja y vigente queja en contra del centralismo porteño en desmedro del interior del país. Y la historia tiene largos años y largas décadas. Se reiteran las promesas de una mirada federal en cada nueva presidencia. Discursos de ocasión para la popular. En los hechos representan una sumatoria de mentiras. Allá, en Buenos Aires, están los votos que ganan las elecciones. Allá está la gran mayoría que decide una elección presidencial en nombre de todo el país. Y después hay que agradecerles porque nos dieron fondos para una obra. Espejitos de colores. ¿Y el deber ser? Mientras tanto, se siguen cerrando fábricas –incluida la época de los K y  nuestra provincia lo sabe- y el desempleo es agobiante. Bueno, apelando solamente al sentido común, si tanto nos quejamos de las políticas a favor del puerto, imagínese cómo y cuánto deben quejarse los hermanos de nuestro interior, del interior catamarqueño, cuando la mirada gubernamental es corta y se posa mayoritariamente en  San Fernando del Valle de Catamarca, como ha ocurrido en más de una oportunidad a través de la historia. A propósito, nobleza obliga: si algo debe ponderarse de los casi dos períodos de mandato de Lucía Corpacci es haberse puesto el interior sobre sus hombros y preocuparse por llevar soluciones.Además, también sobre sus hombros pesan algunas “mochilas” de cuyas acciones sólo se sienten quejas. El tema Seguridad es una “mochila” pesada. Entonces, no quedan dudas que hay que volver, cada vez con más y más insistencia, la mirada hacia nuestro interior. Practicar a diario el federalismo entre nosotros. Para que la deuda interna no nos termine asfixiando. 

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  Por mucho que se haga en el interior, siempre va a tener gusto a poco. Porque –insistimos- la deuda interna es grande y tiene un arrastre de años y años. Y seguramente tendrá que pasar mucho tiempo para saldar ese eterno compromiso. Un ejemplo de lo que decimos sucede con el ministerio de Salud de la Provincia. El ministro Ramón Figueroa Castellanos le repite a menudo a sus principales colaboradores: “estamos llegando a todo el interior, pero todavía falta”. Se  incorpora personal médico y equipamiento técnico a los centros de salud, se distribuyeron ambulancias y las visitas hasta la lejana Antofagasta de la Sierra se hacen de manera continuada. Pero el ministro insiste: “todavía falta”. Se muestra conforme con el trabajo realizado, pero quiere más. Porque sabe que es necesario un poco más. Ese “todavía falta” es también un desafío interno: quiere que toda Catamarca, de punta a punta, goce de buena salud. Porque es un profesional de la medicina y sabe que la atención en favor de la vida no puede esperar. Eso que llaman el deber ser. El ministro sabe que nuestro interior no puede seguir esperando, y viaja de manera permanente por las poblaciones más lejanas, empecinado en dar respuestas al “todavía falta”. También el sentido común nos dice que en todos los órdenes de la vida, los catamarqueños debemos reclamar que se ponga en práctica el pregonado federalismo. Ese tufillo a discriminación porque no representamos casi absolutamente nada en el padrón electoral nacional no nos puede condenar a vivir de limosnas. Volviendo al interior catamarqueño, bienvenido sea todo lo que se haga en favor del crecimiento integral de los pueblos más lejanos de la Capital. No cometamos el mismo error que los gobiernos que favorecen al centralismo porteño hacen con Catamarca. Saldemos de una vez por toda la deuda interna. Que salas como el Cine Teatro Catamarca, el Urbano Girardi, el Predio Ferial y el Calchaquí extiendan sus butacas para que los mismos espectáculos puedan verse en Antofalla, Villa Vil o Ancasti, tema del cual  nos ocuparemos más adelante. Apelando solamente al sentido común.n

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