El Secretario
El anuncio de la tercera visita presidencial de Mauricio Macri a Catamarca sacudió por completo el avispero político, dada la relevancia de un acontecimiento que con muy poca frecuencia ocurre por estos rincones del país. Solo un puñado de veces en las últimas décadas, un jefe de Estado nacional desembarcó en Catamarca, y tan pocas visitas hubo que Macri prácticamente se convirtió en el mandatario que más veces llegó a esta provincia. La salvedad surge por el riojano Carlos Menem, que como vecino cercano venía con una frecuencia que difícilmente se repita, aunque la mayoría de las veces lo hacía extraoficialmente y hasta de incógnito. Cristina Fernández, que tenía una relación de afinidad con Lucía Corpacci mucho más sólida que Macri, no viajó tanto porque en su gobierno se impuso la modalidad de las “videoconferencias”, que le permitía mantener un contacto muy cercano -tecnología mediante- con tres o cuatro localidades de distintos puntos del país en una misma aparición pública. Macri viaja más, pero se trata de salidas programadas milimétricamente con precisión japonesa y al estilo relámpago, casi sin contacto con la población, en las cuales el tiempo que le consume volar ida y vuelta desde Buenos Aires es mayor al tiempo que permanece en el lugar que visita.
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Se trata de estilos, ni mejores ni peores, simplemente diferentes. Pero inciden mucho a la hora de buscar un provecho político-partidario. Por lógicas razones, son muchos los interesados en mostrarse con el Presidente, pero es muy difícil obtener alguna imagen que no sea un saludo al paso y casi imposible ensayar alguna reunión. Esta vez, en que la actividad se concentrará en el dique El Bolsón, puede adivinarse que habrá muchos que viajarán en caravanas de autos para procurar un encuentro más que fugaz, en el mejor de los casos. Podrán considerarse estas especulaciones irrelevantes y anecdóticas, pero no lo son y mucho menos en una etapa preelectoral con varias figuras políticas pujando por posicionarse. En definitiva, la visita de Macri es un hecho importante, y por encima de cualquier tinte político, tiene trascendencia institucional, por una investidura que está más allá de simpatías y colores políticos.n