El hacedor
“Catamarca puede ser considerada ciudad de un solo arquitecto”, dice el gran Alberto Nicolini, uno de los mayores especialistas en urbanismo de la Argentina. “Ciudad de autor”, remarca su colega catamarqueño Basilio Bomczuk. Ambos se refieren a la verdadera gesta que encaró, en pleno siglo XIX, el responsable de los principales edificios patrimoniales de San Fernando del Valle: Luis Caravati.
Inmigrante italiano contratado por las “españolas” autoridades de entonces, Caravati se afincó en una aldea de casas chatas que no había cambiado sustancialmente desde los tiempos de la colonia y le dio un cambio total a su fisonomía, bosquejando la trama que aún hoy conserva.
Las obras más importantes de la ciudad llevan su firma: la Catedral Basílica y la Casa de Gobierno, el Colegio Nacional, el Seminario, La Alameda y el viejo hospital San Juan Bautista. También varias casas particulares, entre ellas la de los exgobernadores Octaviano Navarro (hoy Casa de la Cultura) y Francisco Galíndez (hoy Tribunales). Pero Caravati fue más allá al otorgarle a SFVC una dimensión de sustentabilidad adelantada a su tiempo: descifró “el sistema natural en el que la ciudad estaba inserta, respetando centros de manzanas y acequias, equilibrio de alturas y dimensiones que marcan una escala, con obras que imprimieron a Catamarca su identidad actual”, como remarca Bomczuk.
El arquitecto estudió el trabajo caravatiano y lo plasmó en cortos especialmente adaptados a las redes sociales. La tarea de divulgación se completó días atrás con una disertación en el Congreso de la Nación, ante un heterogéneo público ávido de conocer sobre el tema.
Bomczuk es uno de los que más ha hecho por difundir el legado del constructor, tarea en la que se están sumando periodistas, historiadores y otros profesionales vinculados al quehacer artístico y de revalorización del patrimonio.
Hasta no hace mucho, la figura de Caravati era prácticamente desconocida por la mayoría de los catamarqueños, aun cuando transcurren sus existencias en el marco diseñado por el gran arquitecto italiano. Es por eso que, más allá de que una calle, un museo o un bar céntrico lleven su nombre, lo que habla de una mayor presencia en la conciencia de la comunidad, debe estudiarse en las escuelas la herencia de un verdadero creador.