Aunque el secretario de Gobierno de la Municipalidad de la Capital, Hernán Martel, diga que mientras no haya convocatoria a elecciones “no es tiempo de dedicarnos a la política”, la verdad es que los movimientos de tono electoral existen siempre. No bien termina una elección, ya se comienza a pensar y trabajar para la que viene lo que, en algún momento, llevó a Raúl Jalil a afirmar que programar elecciones cada dos años resulta insalubre para la política y para los propios ciudadanos. Razones no le faltan y adhesiones tampoco. A nivel nacional, no son pocos los que piensan en una reforma constitucional que revise el sistema electoral.

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A pesar de sus afirmaciones, no dudamos que Martel es consciente que la política se vive a la vuelta del año, haya elecciones o no haya elecciones. Y, cuando hay, más que nunca. De esta manera, en los últimos días, ha aparecido una solicitada donde partidos políticos que dicen actuar a favor de la unidad reafirman sus pretensiones que, a no dudarlo, son electorales y se corresponden con el tiempo que se vive. Anotamos entonces al movimiento “Perón y Evita”, que conduce el exconcejal Humberto Lindor Bustamante e integran, según la solicitada, Antonio Brizuela y Marcos Guerrero. También al partido “Unión por Catamarca”, cuyo apoderado es Roberto Mema, Luis Varela secretario de Acción Política y el arquitecto Luis Guerrero presidente. Pongamos las cosas en claro: los que dicen ser partidos políticos no son más que siglas. A Bustamante y Guerrero se los conoce, y no mucho, porque tuvieron cargos y actúan en yunta para lograr alguna figuración en los comicios que se avecinan.

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Aparte de los nombrados y como prueba que corren tiempos electorales, que a nadie extrañe la aparición de otras formaciones políticas, algunas de jurisdicción municipal. Detrás de ellas hay dirigentes para negociar. Algunos pueden hacerlo. No para ganar una elección, pero puede ser para hacer perder a alguien. En fin: la política tiene esas cosas y son válidas, mucho más si se considera que, en definitiva, la que decide es la gente.

El Esquiú.com