33 de mano

miércoles, 15 de agosto de 2018 00:00
miércoles, 15 de agosto de 2018 00:00

  Escribe Kelo Molas

Hay cosas imposibles de creer. Pero hay que creerlas: los malos políticos nos han robado hasta las buenas noticias en nuestra bendita Argentina. ¡Cuánto nos cuesta encontrar un suceso que nos conmueva para bien! Alguna vez, uno de esos malos políticos dijo que somos un país condenado al éxito. ¡Mentiroso! A juzgar por los acontecimientos de las últimas décadas no quedan dudas que tal apreciación quedó sepultada ante la andanada de hechos negativos que hablan a las claras de un país que anda a los tumbos. Los mensajes por diarios, radio y televisión, a lo que se suman las redes sociales, son inequívocos todos los días. Crece la inseguridad. Aumentan la pobreza y la desocupación. Cada vez son más pobres los pobres. Cada día hay más argentinos que se suman al indeseable ejército de los que tienen hambre. Miles y miles de niños y jóvenes no tienen clases por distintas razones. Se disparan el dólar y el riesgo país. Los salarios van perdiendo por goleada el partido con la inflación. Los precios de los productos básicos para subsistir a la cotidianeidad hay que hacerles frente con un toque de suerte del Loto o Quini Seis. ¿Y si damos vuelta la página? Peor: nos encontramos con el fuego cruzado de los dimes y diretes de los dirigentes políticos, de los malos, de los peores, de los que se empeñan en defender lo indefendible. De un lado tiran bolsos y cuadernos. Del otro, paraísos fiscales y negocios sucios. En el medio, el pueblo ve pasar las denuncias como espectador privilegiado de un partido de tenis. Y la Argentina cada vez peor. Y los argentinos sin poder salir del pozo. Todo huele a corrupción y los políticos corruptos que intentan lucir un traje que nos les queda bien: el de la honestidad. Nos decía Argentina Luna en su “Cuánta tristeza, país”, una vieja inspiración que parece haber sido escrita ayer: “Cómo se entiende, país, que no se pueda cambiar este destino infeliz que no nos deja avanzar” y “Nos han robado, país, la confianza y la ilusión; anda de bolsillos flacos el pueblo trabajador”.

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  El malogrado poeta venezolano Ali Primera, en uno de sus tantos desafíos hecho canción, cantaba: “El que esté libre de corrupción, que arroje la primera conciencia”. Viejo texto que suena a un  escrito de hace una semana. No habla de arrojar la primera piedra, alude directamente a la conciencia. Si alguien cree que es una buena noticia para los argentinos lanzar al ruedo que el señor Marcelo Tinelli puede ser candidato a presidente de la Argentina, como dicen en el barrio: nos tapó el agua. Es muy poco serio y aquí no se equivoca Jorge Lanata: el exitoso conductor televisivo ni siquiera puede ser presidente de un consorcio, con todo el respeto que nos merecen ese tipo de instituciones. Una anécdota: allá por los años ´80, en uno de los programas de Juan Alberto Badía (“Badía y Cía.”) cuya repetición se pudo ver por Canal Volver hace dos años, compartían el show Alberto Cortez y Facundo Cabral. Al finalizar su show, el genial Facundo Cabral, luego de ser ovacionado, pidió silencio y dijo: “Gracias Badía, gracias Alberto y gracias a este maravilloso público. ¿Les puedo pedir un favor? Sean ustedes los que sigan trayendo hijos al mundo, porque ustedes son buena gente, para que los buenos sean más, y para que no sean mayoría los hdp”. La ovación se repitió. Cabral habrá querido decir, entre otras cosas: para que no nos ganen los corruptos. Pero algo pasó en nuestra querida Argentina: los corruptos nos han pasado por encima. Los malos políticos se multiplicaron. También muchos empresarios corruptos. Sí hasta nos robaron las buenas noticias. Cuánta razón tenía Argentino Luna en su recordada milonga “Me preguntan cómo ando” y se desangraba en versos: “Me preguntan cómo ando y respondo más o menos, con angustias en el alma por lo que le han hecho al pueblo. Por los niños sin cobijo, por los brazos del obrero, por los llantos de las madres, por la paz de los abuelos: habrá que ganar la vida, hacer la vida de nuevo. ¡Un puñado de mal paridos no puede ganarle a un pueblo!”. No nos dejemos robar la esperanza. Sería lo peor que nos pueda pasar.
 

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