El Secretario

viernes, 17 de agosto de 2018 00:00
viernes, 17 de agosto de 2018 00:00

El nombre de Yéssica Paola Ferreyra (31), se recordará en Catamarca durante mucho tiempo, ya que la mujer se convirtió en involuntaria protagonista de un hecho de enorme relevancia judicial, desde el momento en que revirtió un fallo adverso de un modo que no muestra precedentes en Catamarca. Ferreyra pasó de condenada a prisión perpetua a estar libre y absuelta de culpa y cargo, sin que se modificara una línea de la instrucción de la causa, y sin que se aportara ningún elemento probatorio novedoso. Sólo por ello, su caso será materia de estudio para los penalistas, y sienta sin dudas jurisprudencia en esta Provincia, porque lo que determinó el giro de 180 grados en su situación procesal, fue nada más y nada menos que una nueva interpretación sobre el verdadero origen de su participación en el hecho criminal.


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Ferreyra, como se recordará, tuvo una relación sentimental con Jorge Herrera, mientras estaba casada con Ariel Leguizamón. Una situación que hace exclusivamente a su vida privada. El hecho es que en esas circunstancias acordó un encuentro íntimo con Herrera en un motel, a sabiendas de que allí su esposo esperaría al amante, para ejecutar una irracional “venganza” que le costó la vida a Herrera. Por el episodio, el año pasado el matrimonio recibió la máxima pena prevista. Sin embargo, un notable trabajo de la titular de la defensoría pública Nº5 Mariana Vera, demostró que la mujer no tuvo responsabilidad en el crimen porque actuó bajo la presión del marido; criterio compartido por la Corte de Justicia, que determinó su liberación.


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Lo que este somero resumen describe es un caso policial que se revierte sin testigos arrepentidos, pericias químicas ni descubrimientos imprevistos. El expediente del caso y sus circunstancias fue idéntico el día que le dieron perpetua y el día que absolvieron a Ferreyra. Lo que cambió fue la mirada, la perspectiva de género, y el lugar que la mujer ocupa en una sociedad donde las reivindicaciones -a la vista está- han dejado atrás la letra muerta de un slogan para tomar peso específico en decisiones de la trascendencia que aquí se observa.

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