El Secretario

lunes, 20 de agosto de 2018 00:10
lunes, 20 de agosto de 2018 00:10

La oposición política local -fragmentada por intereses personales- tiene varios de los insumos que se requieren para un triunfo electoral que abra las puertas del poder. Posee decenas de miles de afiliados, tiene recursos humanos, puede conseguir apoyo del gobierno nacional, cuenta con figuras de predicamento y, lo principal, dispone de una base electoral muy importante. Sin embargo, empeñada en desprestigiar al gobierno peronista con operaciones de prensa que incluyen falsedades, equivoca el camino o termina fabricando un boomerang que se vuelve en su contra. Paralelamente, no tiene propuestas o, en todo caso, no se conocen sus planes para un cambio que transforme la realidad que critica.
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Durante la semana larga que transitamos, y a propósito de los sucesos que rodean a los “cuadernos del chofer Centeno”, surgió otra opereta. Por el Canal 26 de Capital Federal se aludió a una supuesta ruta de coimas en Catamarca, en la que irresponsablemente se incluyó a la gobernadora Corpacci a partir de una causa que se tramita en la Justicia Federal y que se remonta a los años 2003 y 2004 cuando ella, prácticamente, no actuaba en política y gobernaba Brizuela del Moral.
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Los impulsores del informe, made in Catamarca y evidentemente trucho, pretendían que el libelo se replicara en todos los medios locales, cosa que no ocurrió por sus perfiles de falacia. La intención no era otra que vincular al exfuncionario José López, aquel que arrojaba bolsos repletos de dinero en un convento bonaerense, con la denuncia local que presentó hace dos años el empresario Jorge Marcolli y alentó el arquitecto Fernando Rivera. Suponemos que los medios aludidos en el video que circuló en las redes expuso la falta de sustento del informe metropolitano y habrán obrado en consecuencia. En nuestro caso, que a nadie le queden dudas que no publicamos falsedades y, si lo hiciéramos, explicaríamos por qué lo hacemos. Y sobre la oposición política, volvemos al principio. Descalificar sin pruebas y elementos no lleva a ninguna parte.
El Esquiú.com
 

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