Sube el dólar, baja el dólar, aumentan las tarifas, se estancan los sueldos, se anuncian despidos, sube el riesgo país, se recortan fondos...desde hace varios meses los argentinos vivimos pendientes de los vaivenes económicos, en un período crítico y de incertidumbre. Naturalmente, este panorama repercute en el debate político, con ácidas declaraciones y acusaciones cruzadas, y sin dudas impacta también en nuestros bolsillos, en economías familiares y la vida cotidiana.
Pero hay un efecto más: la salud. Profesionales del Centro de Estudios Especializado en Trastornos de Ansiedad advirtieron sobre el aumento de los trastornos de ansiedad y estrés a raíz de la situación económica que atraviesa el país. Los médicos buscan concientizar sobre los síntomas a fin de que quienes los presentan tengan un tratamiento oportuno.
Ocurre que las personas que tenían algún trastorno de ansiedad y lo conocían, en este momento, ven que se exacerba y empeora; y otros que se sentían relativamente bien se perciben alterados a sí mismos y a su entorno.
Esto ocurre porque para sufrir un trastorno de ansiedad hacen falta tres factores: uno, el genético, que quiere decir que alguno de los padres han sido personas ansiosas o muy protectoras; el segundo factor es la predisposición de la persona y el tercero, el factor de estrés o estresor.
Precisamente con relación al tercer factor, el complejo escenario económico funciona ahora como detonante para muchas personas con esta predisposición.
El término técnico para este tipo de estímulos es “estresor desencadenante” y pueden generar un abanico de reacciones. Entre ellas, los problemas incluyen a los ya conocidos ataques de pánico, irritabilidad, trastornos en el sueño o en la alimentación, cansancio desmedido o dolores de estómago, trastorno de ansiedad generalizada, malestar en la familia o grupos de relación e incluso la fobia social.
¿Cuál es la solución? En casos más pronunciados, sin duda consultar a un médico y buscar apoyo. Y si el malestar recién comienza, procurar tomar las cosas con calma, evitar reacciones desmedidas, tener paciencia y recordar que esta crisis no es la primera ni la última.